Alla ricerca della morte

Alla ricerca della morte

Alla ricerca della morte

Yeah, I wish I’d been a Wish I’d been a teen, teen idle. Wish I’d been a prom queen, fighting for the title. Instead of being sixteen and burning up a bible. Feeling super, super (super) suicidal. The wasted years, the wasted youth. The pretty lies, the ugly truth. And the day has come where I have died. Only to find I’ve come alive… 

 ¿A dónde se fue mi niñez, mi adolescencia? Porque se me esfumó de entre las manos, y el tiempo se come mi belleza.

 Dejé pasar los años soñando con el cielo y un coro de ángeles esperando mi llegada.

 Pase veintidós años soñando con una escalera que empezara en mi habitación y llegara hasta el cielo. Como Dante, que atraviesa el infierno para poder llegar al cielo, así me sentía. Porque ya conocía el inframundo, estaba en mi casa, las puertas del averno se abrían cada noche especialmente para mi.

 Noches de «juegos» como mi hermano le decía. Desde esas noches supe que en la oscuridad pueden ocultarse cosas de las que nadie se quiere enterar.

 En la oscuridad se encuentran los secretos de familia que todos intentan olvidar. Pactos de familia que se pagaron con mi sangre.

 Me costaron 22 años, como una condena. Solo que fui enjuiciada por los mismos juezes y abogados que el verdugo.
 Donde se me dijo en la cara que yo no valía nada por no hablar antes. Aunque el acusado no haya negado el crimen, se me culpó, ridiculizó, y posteriormente se me revictimizó al preguntarme los detalles de los hechos, las pruebas.
 Las pruebas estuvieron, se encargaron de eliminarlas. Claramente la palabra justicia no existió en esa sala. Nunca existió por 22 años, y creo que para mi «justicia» nunca tendrá un verdadero significado.

 Veintidós años mi vida no valió nada, tardé veintidós años en encontrar la libertad. Mis mejores años se desvanecieron en el aire.

 Veintidós años donde quise escapar, así: Sin rumbo, sin maletas que me aten, ni sueños que perseguir.
 
 Desearía haber sido una adolescente normal, queriendo ser reina de la primavera en un día del estudiante. En vez de sentirme una flor marchita muriendo, enterrada bajo la nieve, donde el viento me llevaría durmiendo, apagando mi corazón. Apagando mi reloj, dejando en las agujas plasmado para siempre ese instante, ese instante que imaginé tantas veces, ese instante en el que recibiría paz.

 Desearía no haber soñado con mi final tantas veces, tanto tiempo. Que al final, me quedé sin sueños verdaderos. Si eso siempre fue lo que siempre quise, morir.

 Desearía no haberme quebrado las uñas al rasgusñarme la piel en un intento de arrancarla de mi.
 Desearía no haber aprendido a odiarme… Quisiera hablarle a veces a quien era, recordarle que no estaba sola. Que no piense tanto en morir. Si después de todo habría luz al final del túnel, habría libertad más allá de las rejas. Decirme » Ya faltaba poco para irnos, comenzar de cero. Flaqui yo me encargo de todo, vos segui caminando, vos corré, que cuando te caigas, debajo hay una red»

Una red que vos misma creaste, una red que sostienen tus amigas, tu amor de la vida… tus amores de la vida. Una red que fuiste tejiendo con los hilos de las personas que pasaron un tiempo en tu vida y pintaron de colores tu alma. Algunas ya cumplieron su ciclo, se fueron. Pero te dejaron un importante mensaje. Que tu vida vale más de lo que crees, que tu dignidad no se la llevaron, esta en vos. Sigue en vos.

 Se que desearía haber sido una niña feliz, no esas que tienen todo lo que piden, sino esa que pude ser, la que fui un tiempo, y la corrompieron.

 Fui una vez una niña que cantaba, la que bailaba, la que soñaba con competir. La que deseaba ser patinadora artística, o nadadora olímpica… La que se enamoró de la ópera y quería cantar lírica. La que no conocía límites y todo le parecía posible. La que no había depositado todos esos proyectos en el callejón de los sueños perdidos.

 Allí donde vive todo lo que pudo ser y no fué. El callejón de los sueños rotos, donde las almas habitan más allá del mar, de las olas. Se las escucha lamentar, se las escucha divagar… Se las suele escuchar decir  «Yo pude ser…» Pero se les ahoga la respiración, el futuro no existe, solo es el presente de lo que queda, de lo que aún la vida no se llevó.

 Quisiera haber sido una adolescente despreocupada, en vez de imaginar como recortaría mi cuerpo con unas tijeras para asemejarse a lo que creía que tenía que ser para encajar.
 Quisiera haber sido una adolescente despreocupada, una que podría disfrutar de su comida, en vez de pesar cada gramo, y contar cada caloría.

 Quisiera saborear el pastel que no comí, al que solo le pasaba el dedo al dulce y saboreaba solo eso, porque pensaba que si subía de peso nadie me querría. Que si subía de peso el acoso sería peor, porque me seguirían haciendo burla, me seguirían odiando. Me seguirían descartando…

 Nadie debería crecer escuchando de su familia, que es gorda, que es fea, que es flácida. Que su ropa es horrible, que su capacidad es menor, infravalorarla. Nadie merece crecer así, porque las palabras quedan marcadas para siempre. Un golpe duele menos, desearía haber sido golpeada una y otra y otra y otra vez en vez de oír como se criticaba mi vientre en la mesa familiar como si fuera algo tan terrible, tan vergonzoso… ¿Como te amas cuando las personas que se supone deben amarte te enseñan como odiarte?

 Las veces que he soñado que la tierra me envolvía, para hacerme renacer en ave. Volar más allá del cielo y las nubes, sentir el sol. Sentir la libertad. Sentir que nadie te puede herir si no entendés lo que dicen…

 Desearía no haber sido una sombra, un ente. Apagar mis sentimientos y aprender que tenía que sobrevivir, que ya ni supe que era vivir. Todavía no lo sé…

 Y ahora que soy libre, ¿porque pienso en la muerte aún como mi amiga?  
 Será por que fue la única que estuvo cerca de mí, la que tomaba mi mano y no me llevaba con ella porque sabía que no era mi hora. La que no aceptaba mi cuerpo como ofrenda, la que se negaba a recibir mis cartas, las peticiones. La que no quería beber de mi sangre, la cuál le ofrecía gentilmente.

La que en su viaje no me quiso llevar, la que me ocultó el arma cuando la fui decidida a buscar… Estuvimos tan cerca y a la vez tan lejos. Por años, le ofrecí mi cuerpo, le ofrecí mi Alma… le ofrecí que me subiera a su bote y navegaramos juntas hasta el final. Hasta la luz o el más allá… A donde sea que me tuviera que ir. Pero irme, de una vez por todas, dejar de ser un títere que cualquiera puede usar.

 Mi cuerpo parecía flotar, podía respirar, pero me sentía muerta. Podrida, hasta podía sentir en el espejo como los gusanos se comían mis ojos, como los años me golpeaban, como todo lo que oculte bajo la alfombra lo devoraban como carne podrida, me devoraban como carne podrida.

 Me gustaría hablar conmigo, desde hace años, poder decirme que la muerte no me vendría a buscar. Que guarde las monedas de plata que tenía para pagar mi viaje, que no navegariamos por el mar. Me gustaría decirme que lo logré, al final del camino si lo logre, lo logramos. La niña que fui y la mujer que soy lo lograron.
 Quisiera decirme que el camino continuará, y hay todo un mundo nuevo por descubrir. Una profesión que elegimos, y nos cuesta, pero sabemos que hallamos en la ciencia un lugar donde poder ser la niña que se interesaba por todo, la que es curiosa por naturaleza. La que sueña con poner a funcionar un rector nuclear o construir un plano de una nave aeroespacial.

 Quisiera decirme que el camino que elegimos va a ser difícil… Pero después de todo, siempre lo fue.
 Estamos acostumbradas al camino difícil, no hay caminos fáciles ni atajos. Vamos a seguir llorando, vamos a seguir fallando, pero será porque seguimos intentando. Y al final ganaremos porque gana quien es más insistente, más perseverante.

 Quisiera decirme que guarde mis monedas, que nos vamos a encontrar con la muerte, pero ya no la vamos a buscar. Ya no la vamos a llamar… Ella vendrá sin anunciarse, y la recibiremos como una vieja amiga. Pero ella decidirá cuando. Nosotras ya no… Nos toca quedarnos, seguir sanando.

Seguir sanando. Todavía queda mucho que recorrer… Seguí sanando flaquita.

 Seguí sanando que las cartas ya nos tiraron su suerte.
 Las cartas dicen que el futuro que se avecina va a ser mejor de lo que alguna vez pudiste imaginar… La fortuna estará en tu vida de ahora en más.
 En el amor, no hay nada que decir. Ya lo tenes. Encontraste el amor, un círculo infinito reposa en tu dedo, un círculo de amor que se unirá en matrimonio más adelante. Un círculo como el mismo infinito, así es y será tu amor.
 Las cartas dicen que la muerte nos deja un mensaje. «Te multiplico los 22 años que sientes perdidos,  te regalo muchos años de ventaja… Te regalo muchos años de vida, los que me negué a tomar… Aprovéchalos.»

 


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