No se puede estudiar con la panza vacía, sin embargo lo hacía.
Pero de que valía el 7 en un papel, si en mi mesa faltaba el pan y el trabajo.
Más que obtener un diez en algebra y geometría, mis fuerzas se iban en mantenerme con vida.
Tenia 19 años, pesaba menos de 50 kilos. No dormía por no tener un empleo, no comía por no tener dinero.
«Pasaste 4 años sin hacer nada» me dijo la psiquiatra… ¿mantenerme con vida no fue suficiente? Luché contra un sistema que me subestimó, con una familia que me lastimó. Con un hermano que defraudó mi confianza, y me arrebató la juventud. Que abuso de mi toda mi infancia. Que marco mi vida, que me dijo en la cara que yo no llegaría lejos. Que no era digna de nada.
Perdía peso y perdía conocimiento, no sabía ya quién era o que quería. Solo sabía que había un impulso que me decía seguí, como sea, pero seguí.
Tenia 20 y 21 años respectivamente cuando atravesaba la pandemia sin herramientas para estudiar. Hundiéndome más en un pozo de soledad, en el abismo de la depresión.
Medicada hasta el punto de ya no sentir, solo apatía…
¿Que podía esperarse de un costal de huesos que solo quería morir? Fue un puto milagro no cortarme las venas en esos cuatro años.
Así que perdon por no hacer nada en cuatro malditos años, estaba tratando de sobrevivir.
Usted no tiene idea de lo que es gastar tus últimos pesos en colectivos, en crédito para el teléfono de ese llamado que nunca llega.
Usted no sabe lo que es que se te cruce por la cabeza aceptar ese trabajo de «masajista» con tal de poner un techo sobre tu cabeza. Poner en duda tu último vestigio de dignidad por un sueldo mediocre, por algo que te haga salir de la pobreza.
Perdone si estoy en primer año de ingeniería todavía, después de cuatro años cuando se supone ya debería estar «recibida». Fueron años de seguir por el camino de la desdicha, de invertir mi tiempo en salir a la calle a vender puerta por puerta, de recorrer bares en busca de que alguien me necesitara, me diera un empleo.
Perdón por dejar ir los sueños, pero los sueños no son para todos. Los sueños no siempre se cumplen. Ni tenemos ganas de seguirlos porque estoy cansada…
Quizás todos tuvieron razón en subestimarme, no soy lo suficientemente lista para la carrera, ni lo suficientemente fuerte para aguantar.
Quizás mi destino siempre sea la miseria, y no me importa. Porque pude sobrevivir… No hay sueños si no hay vida, doctora. Ojalá lo entienda.
No hice nada, solo sobreviví.
Disculpe por no hacer nada Dra. Psquiatra
