A veces le lloro a todos los fantasmas

que en algún momento creé

debo confesar que fui como Frankenstein

uniendo partes amorfas de todos mis deseos

y del mismo modo que él

me maravillé al principio

después, me horroricé de mis criaturas.

Mis lágrimas negras

son duelo derramado por estos ojos

que miran de tanto en tanto

las almas que creyó ver

pero que no eran más que

mis manos dándole forma al aire

conforme a mis anhelos.

¿Entonces nada fue real?

No lo sé

¿De qué puedo estar segura?

De que fui la diseñadora

que sufrió todos sus fantasmas

con tal de ser

una Frankenstein casi espiritual

ambiciosa de amor.