Como desde que llegué a la Argentina, hay un momento del año en que se empiezan a prender fuego bosques, campos o lo que sea, con un enorme repudio social que nunca se traduce en acciones concretas.

Como era de esperar, esto volvió a pasar este año con una virulencia inusitada y me cansé de ver opositores echándole la culpa al gobierno de Alberto Fernández por su inacción. Los muros e historias de esta gente (excluyo a la izquierda que siempre mantuvo una coherencia al respecto) se llenaron de fotos de campos quemados y pedidos por la patria.

Bueno, un día llegó Máximo Kirchner y propuso una ley sencillita y efectiva. Si un campo se quema, sea intencional o no, no podrá cambiar el destino de esas tierras por 30 años (60 si se trata de un bosque o reserva natural). O sea, si había un bosque o una plantación de frutales (por ejemplo), hasta que no pase el tiempo establecido por el proyecto de ley no se podrá hacer otra cosa que reconstruir el bosque o la plantación de frutales. El objetivo bien claro es reducir la especulación agrícola/inmobiliaria que quema bosques, campos y humedales para poder construir countrys o inundar la tierra con agrotóxicos. 

El dato no menor es que no hay especialista que no declare que la gran mayoría de los incendios son intencionales. También hay otro dato, el avance sobre bosques y humedales para plantar soja o, peor, para cubrir de asfalto, favorece otra de las grandes tragedias que veo todos los años desde que llegué a Buenos Aires: las inundaciones.

¡Qué gran dilema enfrentan esos macristas que se rasgaron las vestiduras por el fuego y hoy tendrían que defender un proyecto presentado por un Kirchner! Por suerte tienen una opción, servida en bandeja por mi objetivo favorito, el diario La Nación bajo el título «Máximo Kirchner presentó un polémico proyecto que restringe el uso de las tierras afectadas por los incendios»

En el texto se pueden leer las imparciales opiniones de millonarios dirigentes de Cambiemos o de la Confederaciones Rurales Argentinas en las que, sin sonrojarse, exigen que se les respete la propiedad privada de prender fuego sus propios terrenos como se les dé la gana y después hacer con las cenizas lo que ellos quieran, por algo que intuyen que está en la Constitución.

En particular me resultó muy gracioso el argumento de la multimillonaria legisladora santacruceña por el partido de Elisa Carrió, Mariana Zuvic:

«Es la ley de la venganza. Se criminaliza al dueño de la propiedad afectada por el incendio, sea intencional o accidental. Le inhibe durante un plazo de 30 años a poder usar el suelo. Por ejemplo, si una propiedad en Cariló, en Pinamar, en Villa La Angostura, se incendia de manera no intencional, el dueño no podrá disponer de esa propiedad para otro fin que el que tenía originalmente. Se está lesionando, con esta regulación, el derecho al uso de la propiedad»

¿Por qué puso de ejemplos a tres de los lugares más chetos el país? No se sabe aunque tal vez tenga algún chanchuyito dando vueltas por esas tierras. Lo único seguro es que la estrategia es la misma que con Vicentín o el impuesto a la riqueza: la victimización de los millonarios que no pueden hacer nada en este país de mierda, ni siquiera aprovechar un negoción que se les presenta porque uno de sus campos que tenía un inoportuno bosque se prendió fuego solo (o sin que puedan demostrar la autoría, que en todo caso es lo mismo).

Así que ya saben, los mismos que no quieren que las mujeres decidan sobre su propio cuerpo pueden hacer lo que quieran con sus campos, incluso prenderlos fuego.