Al día cuarto Gretel  cocinó a su hermano butterzopf  ya que la vieja bruja quería un bocado suave y delicioso al comer a su hermano Hänsel.

La niña tomó  la harina, leche, mantequilla y coñac que le dio la rancia mujer, dejando todo sobre la gran mesa de madera. Metió  la harina en un gran tazón donde  colocó algo de  leche y el azúcar molido además de la levadura. Mezcló todo según las indicaciones de la horrible anciana y añadió la mantequilla y el coñac, luego de un tiempo espolvoreó levemente la mezcla con sal.  Comenzó a amasar como había visto hacer a su madre pero la vieja la amonestó con un bastonazo en los nudillos y la obligó a mezclar sólo con una cuchara de madera. Luego de que la mezcal fuere suave y sin grumos la bruja le hizo añadir algo más de leche y luego la obligó a amasar la mezcal bajo su mirada atenta. Cuando la masa se volvió brillante y elástica por medio de otro bastonazo la obligó a dejar descansar la mezcla en otro cuenco  durante el resto de la mañana para, Cuando Gretel dormitaba cansada y muerta de hambre la vieja la despertó de un puntapié para que desinflara la masa para que repose algunos momentos mientras el horrible pájaro blanco que había sido su perdición gorjeaba feliz fuera de la ventana.

La maldita hizo dividir a Gretel la masa en  tres cuerdas y trenzarlas, dejando la urdimbre junto al horno hasta que hubiere crecido al doble de su tamaño. Luego debió pintar la trenza con glaseado de huevo y colocarla en una fuente enmantecada y meterla con suavidad en el horno caliente. Cuando el pan estuvo dorado como el sol de otoño  lo retiró para dejarlo enfriar sobre una esterilla de paja. Luego lo llevó a su hermano con una taza de leche miel y jengibre.