-
Perdices
—No se puede creer que admirando tantas perdices tengas esa cara. —¿Qué cara? —Esa cara que no llega a tener expresión de nada. —Es mi cara. Mientras tanto acariciaba suavemente el marco, la admiraba como si se tratara de algo especial, cuando en realidad era igual a todas, ignoraba que yo me había distraído cinco […]