«Bonsái»: ¿Por que leer a Alejandro Zambra? Antireseña

«Bonsái»: ¿Por que leer a Alejandro Zambra? Antireseña

 Adorno creía que seremos amados al momento de mostrar nuestra debilidad, sin que la otra persona aproveche para mostrar su fortaleza: sino que exista una retirada para que el otro sea (es decir: que exista una contención sin ostentación): porque el amor, más que una ganancia, es un aprendizaje.

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 Creo que algo de esta premisa adorniana se presenta en la historia que escribió Alejandro Zambra, Bonsái: una hermosa novelita que se lee en una tarde.

Pasó así: llegué a “Bonsái” por pura casualidad. Recuerdo que fue en Febrero, en plena temporada, hubo una seguidilla de días feos en Monte Hermoso dónde no me llamaron para trabajar, así que aproveché a leer. En mi casa había mucho ruido, así que fui a la Biblioteca Municipal (la única biblioteca del pueblo). Tenía pensado seguir la lectura de Idiófonos de Amy Fusselman, pero me ganó la curiosidad y me puse a revisar distintos libros de distintos estantes. Saqué “Cicatrices” de Saer, me senté en una mesita marrón, comencé a leerlo pero no conecté: me quedé en la tercera página y lo dejé dónde estaba. Revisé por pura casualidad la sección de “desarrollo espiritual” y me llamó la atención el último libro que se encontraba en un extremo superior. Junto a los libros de Jiddu Krishnamurti, de Metafísica de Conny Méndez, y de Drunvalo Melchizedek, encontré “Bonsái”.

 Estéticamente: me llamó la atención: un librito pequeño, casi que entra en el bolsillo de una parka. Literariamente: me dejó perplejo. Desde la primera página el libro emerge como un anuncio adictivo y la promesa de un amor que nunca se podrá concretar:

«Al final ella muere y él se queda solo, aunque en realidad se había quedado solo varios años antes de la muerte de ella, de Emilia. Pongamos que ella se llama o se llamaba Emilia y que él se llama, se llamaba y se sigue llamando Julio. Julio y Emilia. Al final Emilia muere y Julio no muere. El resto es literatura»

El resto es literatura. Además de una frase hermosa, parece una invitación experimental. Y es qué: “hay experiencias que solo la literatura puede proporcionar”; dijo alguna vez Alejandro Zambra. Así fue que durante dos horas me fui a vivir a ese librito: lo fui a experimentar. No hay con qué darle, no hay palabra ni frase ni recomendación o acaso reseña que sea lo suficiente sincera para hacer de la teoría una simbiosis literaria, para escribir por qué deben de leerlo. O tal vez sí, tal vez si exista, haber, empecemos: ¿Por qué leer Bonsái? (y éstas serán siete razones a partir de la lectura de Zambra y  de Jaime Amaro Mandolini)

1) En lo inmediato de la capacidad narrativa, Bonsái es un bonsái en sí mismo: un micro libro, de 90 páginas de extensión que se puede leer en menos de tres horas. Todo, redactado desde un “minimalismo narrativo” en cuanto a descripciones, diálogos, construcción de personajes, cuya norma se resume en una cita que suele hacer el escritor: Alejandro Zambra: “No quería escribir una novela, sino un resumen de novela. Un bonsái de novela. Borges aconsejaba escribir como si se redactara el resumen de un texto ya escrito. Eso hice, eso intenté hacer: resumir las escenas secundarias de un libro inexistente”.

2) 

 “Un bonsái es una réplica artística de un árbol en miniatura. Consta de dos elementos: el árbol vivo y el recipiente. Los dos elementos tienen que estar en armonía y la elección de la maceta apropiada para un árbol es casi una forma de arte por sí misma. La planta puede ser una enredadera, un arbusto o un árbol, pero naturalmente se alude a él como árbol. El recipiente es normalmente una maceta o bloque de roca interesante. Un bonsái nunca se llama árbol bonsái. La palabra ya incluye al elemento vivo. Una vez fuera de la maceta, el árbol deja de ser un bonsái”

Bonsái, es entonces estéticamente una propuesta interesante que se manifiesta de forma genial narrativamente, como así también la intención y el deseo de mantener viva la presencia del amor a través de una técnica botánica y casi ancestral: algo que no crece, pero tampoco se desvanece.

3) Una gran parcela del texto gira en torno a la intertextualidad empleada. Un ejemplo claro es la presencia de Tantalia, un relato de Macedonio Fernández. Este breve relato comparte variados aspectos con la novela:

“Tantalia es la historia de una pareja que decide comprar una plantita como símbolo del amor que los une. Tardíamente se dan cuenta de que si la plantita se muere, con ella también morirá el amor que los une. Y que como el amor que los une es inmenso y por ningún motivo están dispuestos a sacrificarlo, deciden perder la plantita entre una multitud de plantitas idénticas. Luego viene el desconsuelo, la desgracia de saber que ya nunca podrán encontrarla”.

4) Lo tantálico según el mito que la origina, corresponde una tortura que consiste en generar una necesidad urgente de resolver, tentar con el remedio de ésta y luego negarla. El mito de Tántalo:

“Es célebre por el castigo que sufrió en los infiernos (…). Estaba devorado por la sed y sumergido hasta el cuello en un lago, y cuando intentaba beber, el agua desaparecía. Se encontraba también rodeado de árboles frutales, y cuando quería aplacar su hambre comiéndolos, un viento huracanado los elevaba hasta las nubes (…)” 

 Este estado se realiza de forma creciente a lo largo de la obra. En primera instancia aparece un período de amor que se concretiza de manera plena: Julio y Emilia se enamoran, tienen una relación, leen, cogen, hablan de literatura. Ellos, en definitiva: “fueron, en suma, felices” (Zambra, 26).

Pero: ¿Por qué, entonces, surge lo Tantálico en la novela? Porque Julio nunca olvidó a Emilia. Porque al final Emilia muere y Julio no muere, porque está seguro de creer que Emilia fue el único amor de su vida y la pérdida de este amor y el incesante recuerdo de ella son la tortura, el agua, el sol que el trébol no puede alcanzar; el agua y la fruta que Tántalo no puede poseer, a pesar de estar tan próximos a él.

5) «La relevancia del tema del sufrimiento para el ser humano (sufrimiento que no se manifiesta de forma triste, sino casi como una promesa, como una resistencia de nuestra condición): un sufrimiento que comparten los protagonistas y que luego llevarán a Julio a escribir una novela en la que se cuenta su historia de amor de manera infinita, trascendiendo de ficción en ficción, transmitiendo el mismo mensaje: un amor que fracasa, que es destruido por la muerte, pero que es eterno por ser literatura».

6) «Alejandro Zambra habla sobre la vida y la incertidumbre. Su historia tal vez sea una simple excusa para entregar un mensaje mucho más trascendente: el poder de mantener viva a una persona que no está viva.»

7) Por eso, así como Emilia se pregunta: ¿Qué sentido tiene estar con alguien si no te cambia la vida? es válido preguntarse: ¿Qué sentido tiene leer un libro que no te cambia la vida?

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 Luego de terminar de leer la obra de Zambra, tuve una pequeña conmoción. Me sentí también muy afortunado. Me robé el libro de la Biblioteca antes de irme, lo guardé en un morral de cuero que llevaba encima y me hice bastante el boludo. Primero me sentí mal, después no. Reconozco ser un ladrón. Guardé el libro como un pequeño tesoro, pero creí que tenía que seguir cierto curso literario, es decir, alguien más debía leerlo. Recordé que el viernes de carnavales tocaba en un bar “El Príncipe Idiota”, el cantante de Mi Amigo Invencible, banda de la cual me reconozco fan. Al día siguiente asistí al bar donde tocaba, y después del show me acerqué el cantante, además de decirle a Mariano lo mucho que estaba agradecido por todo lo que creaba, le regalé el librito a modo de obsequio. Le dije que era algo que merecía ser leído, también en las primeras página dejé una notita escrita en lápiz. Creo que era algo así: “gracias por tu música, y hacer del dolor una aventura”. Y aún no sé si en verdad estaba enteramente dedicado a él, o tal vez al mismo libro en sí mismo.


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