NOS QUIERO VERDES
I EL GERMEN
Puedo decir libremente que te amo
y no tener en claro a qué me refiero
sí al viento que me acaricia la cara
la eficiente producción de serotonina
el sol que nos cobija
el río en su inmensidad
Un fluido místico
que me invade hasta el tuétano
todos los intestinos,
las venas
la integridad de mis células
vida misma respirándome
con un sentido del amor
que nace todos los días
en las flores y las cosas.
No conviene ahondar en
falsas nominaciones convincentes
porque la sensación precisa del instante
de lo transparente bello
del impulso involuntario de ser
un sueño o una pasión
un destino o una religión
pero de existir indefectiblemente
aquí y ahora
pero además, mañana
cuando la pulsión de suerte
que tuve al conocerte
conquiste el tibio latido
de mí doliente corazón
la isla se libera
el torrente gigantesco
de siglos pasados
vuelve para abrazar a todxs lxs niñxs
y el cielo parece más limpio a pesar de nosotrxs.
II LA DICHA
Los ojos se afinan a la balada natural
y me veo el alma;
Cuando el dolor por fin
supera la espectral sombra
y el miedo se va
es que me siento endurecida en la ternura
conmovida por el acto cotidiano y humano
su incansable necesidad de sobrevivir.
¿Cuánta dureza
necesita nuestra ternura?
¿Cuánto color nos falta
para ablandar el traje gris
de los hombres de siempre?
¡Cuánta música hay que tocar!
¡Cuántos poemas que recitar!
Para reanimar el corazón solitario del que gana más…
¡Cuántas obras hay que actuar
para que caiga la careta!
Dios dinero
con sus artimañas de fuego
de armas, de cañones
de invasiones infinitas
de mentes y territorios.
Entonces es que me planto
cómo árbol en la orilla de mí bravo río
y llamo a los enamorados del mundo
a la revolución de lxs libres
a todas las flores
a todas las aves
a todos los peces
a los perros callejeros
a los pájaros en cautiverio
a los zorros, a los yacarés
a los carpinchos,
al aguará
al doloroso hilo que nos ata
al monte todo conmovido…
Cenar el dolor por la noche larga
y despertar para abrazarte
besarte con el sabor
del agua que va al mar
con todo el brillo litoral
y alimentar eso que estamos creando
atravesar la corriente
que nos limpia los ojos para ver el poniente
que trae los nuevos frutos que hemos sembrado.
LABERINTO DE DICCIÓN
I MUDA
Siempre me quedo con algo que decir
siempre me trago las sílabas mudas
el secreto que me recorre los intestinos
el silencio amputando mi pierna
el peso de lo no dicho colgando de mis pelos
siempre me quedo
ahí donde el reloj se rompió
y mis manos no pudieron cubrir el agujero
siempre me quedo con algo que no puedo mencionar
un innominado dolor
un inconmensurable amor
un cielo naranja y rosa en otoño
una flor doliente aplastada por los libros y los años
hojas que pierdo
siempre me quedo en las hojas que pierdo
Un interminable camino
para llegar acá
para no decir nada
para escucharme en el silencio pulcro de la tristeza
para descansar las cuerdas en el hastío
para no ponerle sonido a la sensación que tuerce el tuétano
Recobra el pecho su líquido
la garganta seca o la saliva
los dedos cruzados
para tener un poco más de suerte
para encontrarle la vuelta
a lo que nunca tuvo tuerca
II LA PRESENCIA
Todos los días veo
los indicios
el detalle
el incipiente
el nacido
el brote
un adelanto
un bosquejo
el boceto
un diseño
un principio
el comienzo de
la antesala
el prefacio
el prólogo
una puerta
ee entrada o salida
un crepúsculo
o un atardecer
un reflejo
un llamado
un canto
lo que nace por todos lados
III LA ADVERTENCIA
que resultara del callo
que me creció en el corazón
por no decir nada
y la manía de encontrarle un sentido
a todo lo que me toca el interior
y las retinas
un dolor que me honda
hasta llegar al punto oscuro
donde nada puede decirse
un desesperante
silencio eterno
un muro encerrando la luz
un signo de indiferencia
no quiero morir sin cantarle
la verdad a la vida
al monstruo capital que nos obliga
a concesionar mi pedacito de alma
mis letras sagradas
los colores únicos que creamos al crecer
no quiero regalarme,
no quiero regalarles el cielo de Entre Ríos,
el que me vio crecer
¿por qué tengo que darles el agua?
necesito denunciar la incómoda inercia
negar la complicidad suicida
y sin embargo no me queda más
que morder la entraña de mi vida
masticar la jugosa víscera del tigre de papel
tomar el veneno de ser necesario
pero no se llevaran
nuestro pedazo de cielo,
nuestro sol y nuestra carne
deberán devolver las plumas
los pueblos
la selva y el mar
las islas, todas las islas
existirá un lugar
donde la razón
y las voluptuosidades del alma
no me provoquen
el sensación en el pecho
subiendo por la garganta
donde la voz en el mente
no me haga dudar
del poder de mis manos
de la vida en mi sangre
cómo se llega
al espacio vacío de tiempo
donde el dolor es un instante lejano
un recuerdito no tan claro
una roncha que se va.
***
2 respuestas a “Nos quiero verdes”
Qué hermosos poemas