I

el increíble profesor porro (sinopsis). el profesor porro tiene cara de carnicero y es bastante locuaz y da clases de construcción de la ciudadanía en tercer año y dice por la tele que una alumna lo envenenó poniéndole cucarachicida en el agua mineral y zafó, después apareció una profesora que dijo que el tipo en otro colegio hacía comentarios sobre las partes de las alumnas, después aparecieron unas minitas ya crecidas que dicen que fueron alumnas de él de teatro en el iuna en el 95 y que era acosador y que lo hicieron renunciar, luego se supo que hizo papeles secundarios en varias películas argentinas (por ejemplo de represor violador en la noche de los lápices), también hay otras chicas que salen en la tele a favor de porro y dicen que las tocaba pero bien porque como se sabe los estudiantes y docentes de teatro se tocan bien, ahora crónica publica que trabajó en una porno haciendo de carnicero que ofrece chorizos a una clienta con cara de traba pero parece que ése no es él sino otro parecido con cara de carnicero

II

fábula del elefante marino y el pulpo (fragmento). los que no entienden los chistes son gente peligrosa, dijo el elefante marino. también hay quien no los entiende y dice a cada rato «yo no entiendo los chistes»: pareciera que la autoconciencia los hace mejores, sin embargo ejercen una negación perversa que es doblemente peligrosa. lo sé –seguía diciendo- porque soy uno de esos. cada vez que alguien hace un chiste que no entiendo, que son casi todos, siento un terror suave y profundo: me están diciendo que me falta algo y me están echando en cara esa falta. mataría en el momento al chistoso de un sillazo en la cabeza. no lo hago porque –al contrario de lo que muchos creen- hay muy pocas sillas en el fondo del mar (…)

III

hay muchas películas de zombies. y muchas exitosas series de zombies y zagas sobre exitosas series de zombies y series de libros sobre zombies. también hay historietas y series o películas que tratan de otras cosas pero igualmente tienen en algún momento un par de zombies o algo parecido. trátase de muertos vivos que se alimentan de hombres vivos que aparentemente no están muertos. algunos se comen entre ellos e incluso se mastican a sí mismos. la única necesidad del zombie es meterse carne adentro, consumir. autómatas sin razón ni voluntad ni sentido que tragan mientras se pudren y contagian muerte en vida. no resulta nada difícil pensar la abundancia de esta iconografía como sintomática. también es fácil entenderla como especular: nos cabe mirar eso porque somos eso. bienvenidos al neoliberalismo

IV

ver a suar actuar una escena masomenos erótica, en cine o tv, además de resultarme completamente inverosímil, me da una especie de asco. trato de entender ese asco, por comparación: 1. es como ver una porno sobre incesto y encontrar que el protagonista es pariente tuyo 2. es como ver un porno zoofílica y descubrir que el protagonista es tu mascota de la infancia

V

estuve viendo el principio de la tercera temporada de twin peaks y encontré una enseñaza importante para todo guionista: cualquier información necesaria para la trama que te dé un poco de trabajo resolver con una narrativa honestamente verosímil podés ponerla en el sueño de un personaje en el que haya un ser raro y pálido que, sin causa alguna, le revela cualquier cosa al que sueña. los sueños de lynch funcionan como cuando federico luppi en martín hache se sentaba y le explicaba toda la película al pibe y al espectador

VI

cuando lo sacás a pasear de noche a la plaza el perro se vuelve loco corriendo de un lado a otro. va chupeteando huesos de pollo, zigzaguea entre unas cosas plateadas que parecen platos voladores recién aterrizados. hay huesos de pollo porque hay bandejas de aluminio, y hay bandejas de aluminio porque hay gente que vive y come en la plaza, y comen ahí porque les regalan esas sobras en bandeja en unos delíveris del barrio. a esto, como soy muy educado, lo he llamado «el festival de cannes»: perros lamiendo huesos en lo oscuro, algunas cosas brillosas, gente esperando alguna dádiva, unas cuantas sobras en bandeja

VII

sí, es un poco triste pero hay chicas amelie. lo interesante de las chicas amelie es cómo una narración se dispone para representar una necesidad. la película encontró a su público. verdadero complot del kitsch, reconversión amanerada de clisés románticos para jóvenes afectadas por la newage: ella va en su bici a salvar al mundo, ella quiso tener novio pero ahora él es un paciente tal vez curable (todo se trata de salud). su talismán es una caja con figuritas vintage, cosas muertas hace cuarenta años. ella se reiría irónicamente de las malas lisiadas de las telenovelas latinas, pero sufre por la muerte de su madre aplastada por un turista suicida que se le cayó encima desde un balcón de notre dame (no se puede creer que parís todavía garpe algo). en esa diferencia entre lo cursi y lo neocursi la chica amelie ejercita su mirada que se quiere filántrópica. pero mucho se marea en el enfoque, y resulta una mirada que cae en el vacío y se ve vacía. ayer descubrío a quieslosqui, pobrecita. anda pronunciando tres colores en francés y no sabe de qué es abanderada. va a sentir un poco de vergüenza dentro de diez años, cuando se entere (y todavía, si no pudo escapar de la grave necesidad de sentirse culta y sensible, la espera lars von trier). ella quiere ponerse esa personalidad que el mercado del cine le trajo a la puerta. le falta pedalear mucho y cuidar que no se le enriede en la cadena de la bici su vestido rojo con florcitas violeta

VIII

«yo creo en la fuerza descomunal de lo sencillo (…) la vida es esta materialidad…» dice una empleada doméstica en una serie de televisión que va en horario central por la tele pública. los personajes hablan como si fueran malos guionistas

IX

la película empieza con un primerísimo primer plano de una cirugía de corazón con música culta de fondo (Stabat Mater, D 383: I. “Jesus Christus schwebt am Kreuzel”, de Michel Corboz) ¡eso es re original y re artístico! ahora entiendo por qué tiene buena crítica

X

en una serie con brujas, un alto demonio de grosa aristocracia es invitado por un militante cristiano en plan político a conocer los placeres humanos, para mejor entender su complejidad. luego de una recorrida por el pueblucho, afirma el ángel caído: «me gusta el pan, me gustan las naranjas, y el alcohol me gusta porque es como una reminiscencia de las alas que tuve». después el cristiano lleva al diablo a ponerla, y sus aullidos de gusto hacen sonreír a todo el barrio