Insisto con un asunto que ha rondado alguno de mis artículos. La basura newage conforma el discurso más exitoso de la extrema derecha, y también está en esas series que a ustedes les gustan, como «Sense 8» o tantas otras. 

 Uno de los elementos más repugnantes de la cultura actual es esto de lo newage que -con su extensa variedad de formas, temas y posibilidades de adaptación- sustituye plásticamente el trabajo sucio que hasta no hace mucho hacían con bastante eficiencia las religiones con su peor cara. 

La mierda ideológica es la de siempre: distribución de caramelos culpógeneos, alimento de la alienación y consecuente conformismo, conservadurismo político, romanticismo del más barato, desprecio por la razón, individualismo sostenido en la ignorancia. 


El espiritualismo obligatorio
y banal representado en taradeces periodísticas tales como la astrología, la homeopatía y la angelología ocupan muchas líneas en los medios y en las conversaciones privadas. La «energía», tal como la nombra el discurso newage, es algo que nadie sabe qué es pero que todo y todos tienen, y que funciona como sustituto de montones de razonamientos útiles sobre las cosas. 


El eclecticismo de la boludez
o eclecticudismo nos considera a todos como si fuéramos jipis viejos y quemados, y resulta funcional para proponer la aceptación plácida y «respetuosa» de las opiniones pelotudas y sin sostén de cualquiera sobre cualquier cosa. 


La salud obligatoria
, para la que el cuerpo ha quedado en el lugar del alma como reservorio del pecado, se sostiene en amables mentiras extorsivas de éxito publicitario: es obligatorio seguir un modelo especialmente irracional de belleza y de salud, los productos dietéticos mejoran la salud, consumir tabaco, sal, heroína, cafeína, cordero u otras sustancias es moral y públicamente reprochable. 


Yo conocí una niña cristal
(O índigo, no sé, me los confundo) 

Uno de los inventos más pelotudos de la newage es el de los niños índigo y los niños cristal, idea bastante vieja y correspondiente a los brotes milenaristas, otra de las verduras fundamentales de esta sopa desgraciada. 

 Se supone que son jóvenes nacidos en los últimos tiempos de «la nueva (?) era» que -dada la intervención de factores tan claros como la bondad divina o la evolución espiritual de la humanidad- conforman una raza diferente y superior (qué interesante esto, ¿no?). 

Esta raza parvularia interviene lentamente con sus capacidades plushumanas para educarnos y construírnos un mundo mejor. Futura mamá, estate atenta: otra vez el niño Jesus puede caer en tu pesebre, y esta vez no es uno solo, son varios. 

Una vez, chateando, conocí una niña cristal (¿o era índigo?). Tenía 16 años, y de verdad sabía muchísima matemática, y mucho de música, y había leído mucho de religión. Era una especie de superdotada, y se creía índiga (Tal vez me haya dicho que era cristal). 

Me contó que a ella se lo habían dicho sus padres de chiquita, y que ellos habían sido advertidos por una señora experta en energías alternativas y flores de Bach y ovnilogía y pedagogía de la nueva era. 

Chateábamos entonces. A medida que yo oponía alguna delicada resistencia a sus ideas, la nena índiga se ponía violeta, le iba brotando una especie de megalomanía nazi que asustaba. No me insultaba ni amenazaba con torturarme porque tenía la obligación índiga de amarme, pero se sentía su odio contenido. 

Luego, como pasa con los hare krishna u otros idiotas así, cuando me puse apenas firme en razonar sobre ciertos asuntos de su supuesta condición y sus creencias, empezó a tildarse y a pasarme loops textuales de cosas que ya había dicho, cada vez más cortos y más incomprensibles. 

Entonces le díje que por fin entendía. Le dije que mi corazón entendía. Ella, sabiendo que cumplía su misión, me mandó dos ángeles -era una de sus capacidades diferentes regir ángeles de categorías inferiores- que se pararon detras de mi silla, me echaron un calor divino en la esplada y desde entonces me protegen. Tienen nombres esos ángeles, pero no los recuerdo. 


Los niños índigo también están en la tele

 Los he visto actuar y pensar así en muchas series a lo largo de los años: «Los 4400»,  «Héroes», «Supernatural», “OA”, “Sense 8”, etc, etc. No se trata de los viejos superheroes, sino de algo un poquito más nuevo: son adaptaciones de las ideas de mierda de la newage. 

Si alguien ojea los libros que hay sobre el «fenómeno» de los niños índigo o cristal -hay unos diez distintos pero parecidísimos en las librerías- podrá reconocerlos en la tele, en la calle, o incluso en algún sobrinito. Futura mamá: si quieres criar un pequeño psicótico, las librerías están llenas de manuales de tapas coloridas que te explican cómo lograrlo, con palabras sencillas. 


ps
 

Confundo a los niños índigos con los niños cristal. Aunque he estudiado con interés el tema, no soy un experto aún. Sé que los índigo son más evolucionados que los cristal o al revés, algunos tienen más poderes que otros. En Internet leí que ya hay algunos más evolucionados todavía: los niños alganori.