El viento que viene del campo pega aullidos y se arremolina bajo la lluvia. Los vidrios se mueven, tiemblan, como cuando escucho ciertos boleros. Llegué a casa antes de la lluvia, y me enteré que murió de Covid-19 Armando Manzanero. Pongo “Adoro”, luego “Yo te propongo”, y el Youtube queda en automático reproduciendo sus canciones, entre ellas “Somos novios”. El mismo día en el que venía feliz y embotada por el sol del mediodía  luego de cruzarme con la única persona que sabe arreglar Wincos en Sierra de la Ventana, y me confirmó que había podido arreglar el que era de mi madre. La Susi me marcó a fuego desde los boleros y otras músicas que escuchaba antes de parirme sietemesina, y en el hospital decidió que mis nombres iban a ser Mónica Natalia, como se llamaban las protagonistas de la novela “Rolando Rivas, Taxista”, ambas enamoradas del tachero que encarnaba García Satur. El bolero y las músicas que escuchaba Susi, fueron mis canciones de cuna. No recuerdo que me haya cantado el arrorró o canciones infantiles, sí recuerdo letras enteras de boleros, y de canciones románticas o de amores contrariados. En ese Winco seguirán sonando los boleros de Armando Manzanero, forman parte de mi historia sentimental. Sí, la Susi me puso los nombres de dos personajes de la telenovela de Migré, y me crio a boleros, tangos, canciones románticas, valses, cumbias y chamamés.

A los 10 años tenía un noviecito con el cual nos escribíamos cartas largas, nos veíamos cuando venía a pasar con su familia las vacaciones a Sierra, y a veces cuando viajaba a Bahía Blanca, mi mamá me llevaba a verlo. Su mamá y su papá se llevaban bien con la Susi, charlaban mucho, y nosotros nos íbamos al centro de la mano, él tenía 12. Nos sentábamos a tomar una coca, en los taburetes altos de una barra de la Galería Plaza, íbamos a comer un chiplú al mercado, o un helado a la París. Una de las veces que volvimos a su casa, no estaban nuestras madres, y su papá estaba trabajando. Entonces, él puso un cassette de Sandro,  luego uno de Armando Manzanero. Y apareció con una bata de raso rojo cantándome e invitándome a bailar. Bailamos abrazados por primera vez. A los pocos meses terminaron las cartas y los llamados, él empezaba la secundaria. 8 años después, en el Club Universitario, me sacó a bailar un pibe muy alto, en la oscuridad vi esa mirada que no había olvidado. Volvimos a bailar “Somos novios”  cantado por Luis Miguel, le decíamos a la gente amiga que éramos novios desde la infancia –nadie entendía nada-. Nos despegamos del abrazo entre risas y lágrimas. Esa era su última noche en la ciudad, a la mañana salía su vuelo a España.

Se me ocurre que la Susi está prendiendo un fuego para hacer un asado, y recibir a Manzanero en esa unidad básica celestial. Yo acá abajo no paro de escuchar cada bolero de Armando, capaz me anime a enamorarme de nuevo.