24 Horas en la Tierra… capítulo 5

24 Horas en la Tierra… capítulo 5

¡PURA ACCIÓN COMPRIMIDA EN 24 HORAS REALES!

Diseño de portada Mica Fernández

24 horas de acción en tiempo real, en 24 capítulos… Los primeros 6 semanales, van gratis…

Hora 04.15

Con la tormenta en retirada, la quietud de la madrugada alcanza al personal militar apostado, para brindarle unos instantes de relax y también a Pitu, en la sala de guardia, pues se echó a dormir en su rincón preferido. Apenas bastaron treinta minutos, para que la visitante de un planeta gemelo a la Tierra, ilustrase a los vigiladores terrestres sobre su situación existencial, aunque por las cabezas de los vigiladores, aún sobrevuelan infinitas preguntas…

 -¿Vino a la Argentina, espezialmente o cayó acá de cazualidad, zeñorita?

-Llegué, Julián –responde la xinebiana, ahora sin asistencia de las holografías- y es lo que importa, mi destino era la Tierra y aquí estoy.

-¡Bienvenida, entonces! –exclama Nícolas, alzando su mate- ¡Esto se merece un brindis!

-¡Y nozotroz, fuimoz loz elegidoz! –agrega Julián, extasiado por tan increíble aventura.

-¡Dale payaso! Ves muchas series de ciencia-ficción -bromea su compañero.

-Conociendo los graves problemas que el malévolo p3-8j provoca en vuestro mundo –refiere la forastera espacial-, los Esplenders, decidieron enviarles archivos precisos para que puedan erradicarlo de la genética terrestre.

-Bueno… Desde ya, agradecemos tan noble gesto –reconoce Nícolas- ¿Y vos, sos la portadora de ese archivo?… ¿O está en algún formato en especial?

-Quedó en mi nave, en el fondo del río…

-¡A la mierda! –se impacta Nícolas.

-Pero con el mameluco eze, puede volver y zacarlo, ¿o no?

-Podría ser, Julián, pero hay un inconveniente… El archivo, es una placa encriptada parecida al tomo de una enciclopedia, por el impacto se trabó y no lo pude extraer, habría que removerlo con algún tipo de herramienta; lo bueno, es que el agua no le afecta.

-Entonces, deberíamos rescatar la nave –deduce Nícolas, planeando la manera-. El tema, es cómo llegar ahí… ¿Es grande?

-Es como un pequeño satélite meteorológico, de esos que ustedes envían todo el tiempo al espacio. Quedó enterrada en el lecho del río.

          -Entonzez, la Armada la va a encontrar –vaticina Julián.

-Lo dudo -cuestiona ella.

          -¿Por? –pregunta Nícolas.

-Los dispositivos de rastreo que aquí se utilizan, son primitivos, sin ofender lo digo, eh. Y al estar encajada en el fondo y a varios metros…

-¿Y si sondean el fondo del río, tampoco? –teoriza Nícolas.

-Los sistemas de barrido marítimo que ustedes disponen, son imprecisos y el eco magnético no podrá detectarla, pues mi nave no es metálica.

-¡Holalá!… ¿Y ezo?

-¿Para qué tenés la Wiki en la mano, Maqui? –le reprocha Nícolas.

          -¿Y zi no ez metálica, de qué ez, zeñorita?

 -Está construida con un elemento o componente poli-sintético de una resistencia mayor al acero. Ustedes dirían, material plástico.

-¿Y uzted cómo pudo zalir de la nave, zeñorita?

-Lhexia es mi nombre, Julián –le aclara cortésmente y le completa: Lhexia-1101110.

-Ah, zu apellido tiene númeroz, como laz patentez de loz autoz.

-¡Ja, ja, sí! –responde ella, esbozando una agradable sonrisa- Lhexia-110, sería para ustedes, en números binarios.

-Como la línea del bondi, nosotros le decimos así, al transporte colectivo de pasajeros –compara Nícolas, compitiendo.

Los tres rompieron en risas, ensamblando una amena comunión entre seres humanos, pero de planetas distantes.

 -¿Te gusta tomar mate, Lhexia? –pregunta Nícolas, intrigado.

 -Sí sí, nosotros bebemos una infusión algo parecida -enjuicia la visitante, devolviendo el mate agotado-, pero esta composición de hierbas le da un sabor distinto, se siente como más… áspera.

 -Nuestra yerba mate, tiene propiedades antioxidantes, es energizante y estimulante del sistema nervioso.

 -Ah, muy (Bieb)

 -Tal vez a nosotros nos guste más intensa, más profunda… La infusión –agrega Nícolas, rozando su mano con la de ella en el pase del mate.

 -Veo que les agrada lo agreste, lo penetrante –desliza ella, en tono provocativo…

 -Sí sí, en muchas cosas nos gusta lo salvaje -le devuelve él, desplegando una mirada efusiva.

 -Ehhh, rezpecto a ezte rezipiente –intercede Julián, sintiéndose fuera de la conversación- ¿Lo conoze, Lheczia?…

 -¡Un porongo! ¡Sí, ja, ja! Se fabrica a partir de una calabaza curada –los sorprende la alienígena, muy instruida en la cultura humana terrestre-… Bien primitivo, por cierto.

 -Ah, mirá voz… Lo conoze.

 -Vengo de un mundo gemelo, no de Venus, muchachos… Pero reconozco que no estoy muy acostumbrada a lo natural –les devuelve ella, esbozando una deslumbrante sonrisa.

-A que te acostumbres a lo natural, puedo ayudarte…

-Ah, sí… A eso, me adapto rápido… Soy humana, no lo olvides.

-¡Perdón, Lheczia! –irrumpe Julián, ya más adaptado- Me intriga zaber cómo zalizte de la nave.

-Mi mono cuenta con muchas funciones Julián y poder respirar bajo el agua, es una de ellas.

-Ah, mirá voz –responde el obeso vigilador, ya sin sorprenderse.

-¿Y también funciona en nosotros? –interpela Nícolas.

-Imposible –refuta ella-. Es una vestimenta, que se activa sólo con el código neuro-genético de su portador.

-Ah, lo programan para cada cerebro…

-Ajá –responde la xinebiana, sintiéndose algo incómoda en su holgada ropa prestada.

Hora 04.35

El movimiento exterior e interior en los pabellones es monitoreado y vigilado por Julián, como también las alarmas de incendios y de pérdidas de gas o emanaciones peligrosas de los laboratorios facultativos. Además, constata el normal funcionamiento del circuito de luces y la provisión de agua, registrando todo ello en la memoria de la computadora. Aún aprensiva al perrito, la xinebiana lo esquiva para pasar al baño. Ahí, Julián le comenta en voz baja a su compañero:

-(Che, Níco… ¿No zería conveniente contarle la verdad a Molinari?)

           -No Maqui, olvidate. Debemos asegurarnos que esa información llegue a manos científicas y a la vista de todo el mundo.

-Voz dezíz ¿convocar a loz medioz?

-Claro claro, si las potencias mundiales se enteran antes, se van a despellejar por ser primeras en tener semejante descubrimiento… No te olvides que algunos más o algunos menos, en nuestro mundo, estamos regidos por ese Gen de mierda.

-Zí, ez zierto. ¿Y todaz laz accionez malaz, vienen por culpa de eze p3-8j, verdad Lhexzia-110? –le pregunta Julián a la xinebiana, ya de vuelta.

-¡Y! Habría que preguntarle a tu fuente de la sabiduría –le sale al cruce Nícolas, señalándole el celular.

-¿Y todoz tenemoz eze gen, Lhexzia-110? –repregunta Julián, ignorando la acotación de su compañero.

-Se trata de un Gen hereditario, que se va expandiendo por los árboles genealógicos familiares y también muta continuamente a través de los cruces genéticos de sus portadores.

-Mmm, por hoy es demasiado para mí –comenta Nícolas, superado por tanta información.

-¿Y de dónde zaca el poder para hazer eztallar laz gazeozas? –vuelve a preguntar Julián, casi infantilmente.

-En ausencia solar –responde la joven, regalándole una sonrisa-, este traje absorbe cualquier tipo de energía para funcionar y durante ese proceso, provoca reacciones efervescentes en ciertos compuestos químicos.

 -Ah, entonces ese desarreglo no ocurre durante el día –razona Nícolas, retomando el hilo.

 -¡Menoz mal! –acota Julián- Imaginatela en un supermercado, ¡ja, ja, ja!

Hora 04.45

Más relajado, el regordete vigilador trasmite su risa contagiosa a sus ahora dos compañeros, pero esta distendida situación, no dura mucho, pues comienzan a escucharse disparos de armas de fuego y el tableteo de ametralladoras…

 -¡Hey! ¿Qué pasa? –pregunta Nícolas, alarmado.

 -Vienen loz Razterz –informa Julián, revisando los monitores- y loz zoldadoz hazen lo que zaben: ¡Lez dizparan!

 -Habrán detectado las emisiones de mi conversor -deduce Lhexia, tomando su traje de invisibilidad-, estuvo activado mucho tiempo, por eso me encontraron.

 -¡Otra vez esos robots! –protesta el catamarqueño, colocándose la gorra de su uniforme.

-¡Pero, es a mí a quien buscan!… ¡No entiendo, el hostigamiento militar!

 -El maeztro dijo: Todoz loz hombrez zon perverzoz y eztán preparadoz para moztrar zu naturaleza, ziempre y cuando encuentren la ocazión para ello.

 -¡No es hora de filosofar, Maqui! –lo regaña Nícolas-… ¡Es hora de actuar!

Conociendo los movimientos de quienes la rastrean, Lhexia se dispone para la acción, no así los muchachos.

 -¿Y qué hazemoz?

 -¡Tocar timbre y rajar, boludo! –le propone su compañero, aludiendo a una antigua travesura adolescente.

 -No, ustedes no salgan todavía –les advierte la muchacha desde el baño, terminando de colocarse su mono.

Pitu se sobresalta y comienza a ladrar, mientras los vigiladores observan los monitores, que transmiten una especie de película bélica.

-¡Pero, mirá ézto! ¡Lez tiran con todo y laz balaz rebotan antez de llegar!

 -¿No se dan cuenta que no les hacen nada? –se pregunta Nícolas, alzando a Pitu- Tienen una burbuja que los protege… ¿Para qué les disparan?

 -Es una barrera electroestática que repele cualquier tipo de ataque –les informa la xinebiana- y se potencia cuando la bombardean.

 -¡Ah, mirá!… Cuanto más les tiran, más se fortalecen –razona Nícolas.

 -Así es –responde Lhexia, ahora desde la invisibilidad-. Aunque no impide lo inverso…

 -¿Qué zería lo inverzo, ruzo?

 -Que ellos sí, pueden disparar…

Hora 04.50 Escenario 1

En la zona de combate, soldados bajo el mando del capitán Benítez, disparan con todo su armamento hacia los cuatro autómatas, como si se tratase de un polígono de tiro. Pero el grupo en movimiento no responde al fuego, sólo lo rechaza.

-¡SIGAN TIRANDO A DISCRECIÓN! –ordena Benítez, desde el radio de su jeep, mirando por largavistas.

Protegidos por un escudo invisible, el grupo invasor continúa avanzando hacia la oficina de guardia. Las balas terrestres y aéreas rebotan en sus superficies curvas y regresan descontroladas contra los mismos soldados, hiriendo a muchos y haciendo retroceder a otros. Miles de esquirlas de metralla son despedidas en todas direcciones, destruyendo vehículos e instalaciones, no obstante, Benítez le indica a unos de los tanques, apuntar su cañón hacia las burbujas blindadas.

-¡FUEGO! –ordena entonces, desde lejos.

Hora 04.53

 -¡Qué locoz! -exclama Julián, observando el ataque por el monitor- ¡Lez tiran dezde un tanque!

 -¡Pero! ¿No se dan cuenta, que ellos mismos se están matando? –protesta Nícolas, tratando de tranquilizar a su mascota.

 -¡Mi madre! –chilla nuevamente Julián- ¡Semejantez bombazos y no lez hazen nada!

-No te digo yo –critica Nícolas-, cero diálogo con estos milicos… Los robots no tiraron ni una vez… Hasta ahora.

-¿Y Lheczia, dónde eztá? –se pregunta Julián, al ver su ropa sobre el sillón.

-Sabiendo que vienen por ella, habrá ido al otro pabellón –deduce Nícolas-… Busquemos por dónde se van apagando las luces.

La deducción de Nícolas es acertada, pues las luces cercanas al pabellón III, se van apagando y hacia allí, se dirigen los tenaces invasores, sin mostrar daños por el ataque.

Hora 04.55

 -¡ATAQUEN CON LOS LANZALLAMAS, CARAJO! –ordena Benítez, alcanzado por el polvo esparcido.

Dos lanzallamas vierten sus lenguas de fuego contra las burbujas blindadas, sin embargo y pese a ello, los Rasters alineados continúan su paso hacia el pabellón, en donde todo comenzó. El fuego impacta sobre los escudos y se propaga por sus superficies de manera envolvente, sin lograr penetrarlos, hasta que comienza a generarse una especie de transferencia de energía hacia su interior, que se convierte en relámpagos amarillos -como si el calor los estuviera alimentando- y al cabo de unos segundos, los Rasters detienen su marcha. Justo ahí, se origina una interrupción del ataque, que deviene en una tregua.

Hora 04.57

 -Dejaron de tirar –relata Julián, sin poder ver, debido al espeso humo-… ¿Qué pazará?

 -Los habrán incinerado –conjetura Nícolas, buscando un monitor que le ofrezca una mejor imagen.

El humo comienza a disiparse y mientras todos se esfuerzan por ver el resultado de la deflagración, se genera un zumbido, que va elevando su tono -como si fuera una turbina de avión-, hasta desencadenar en un estallido luminoso que los obliga a tapar sus oídos y a cerrar sus ojos…

 -¡A LA MIERDA! –exclama Nícolas, retirándose de la pantalla- ¡La luz de una bomba atómica!

Tras un encandilante resplandor, todo queda paralizado… Soldados, vehículos y hasta un helicóptero suspendido en el aire, como si se tratara de una pintura mural gigantesca. En todo el sitio de combate, la existencia misma se detuvo en el espacio-tiempo; algo así como una pausa total, causada por un fenómeno espontáneo, que dispuso que la sangre deje de fluir, los ojos dejen de ver y los corazones, de latir…

Continuará…













































































































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