Ana Giménez seca la transpiración nerviosa de las palmas en su falda tubo, esa ajustadísima pollera de terciopelo bordó, combinada con la blusa de encaje, le da un aire extremadamente sensual. Mientras aplasta el filtro ocre saturado de rouge en el cenicero de porcelana, observa la fecha en el almanaque: JUEVES 22 DE MAYO 1952…

 “Al fin llegó -piensa…”

Esta es la tercera audiencia que el directorio de la funeraria le concede a la joven profesional, aunque no es usual que por estos tiempos, las  empresas exitosas presten atención a empleados jóvenes y menos, si se trata de mujeres, Ana confía en su proyecto, lo ve superador y rentable y en esos pilares va a apoyar sus argumentos, pues se trata de Paz Eterna, un exclusivo y novedoso sistema de servicios en su ramo, sobre el que viene trabajando los últimos seis meses.

 “Ya es hora” –piensa Ana, cuando al segundero le restan dos vueltas para marcar las diecisiete, el horario para acceder a la sala de reuniones…

Sujetando bajo el brazo varias carpetas de cartón marrón y un pequeño rollo de película 8 mm., la muchacha golpea y entra decidida, hoy quiere mostrarse segura y natural, pero debe superar su temor a enfrentar al mismo directorio conservador que le rechazó otras propuestas, aunque esta vez tiene una sensación ganadora, motivada quizá por el entusiasta apoyo de su novio Carlos, quien espera fumando en su Pontiac negro, bajo el rascacielos que alberga a la empresa de pompas fúnebres.

“¡Ahí vamos!” –se alienta la especialista en mercadotecnia masiva.

Una vez en la gran sala decorada en consonancia con el rubro, y después de alcanzarle el rollo de película muda al operador, la muchacha se encarga personalmente de entornar las persianas venecianas de las cuatro ventanas, dejando el sitio en penumbras… Sus tacos altos con pulsera, se encargan de formarle unas notables pantorrillas, que las costuras de sus medias destacan, con ello logra captar la atención de los caballeros y también alguna fugaz reojeadita de las únicas dos damas presentes. Ya dispuesta a comenzar la exposición junto a la proyección de imágenes, nota que su mente le juega una extraña pasada e imagina a cada asistente sosteniendo un alfiler entre el índice y el pulgar, amagando pinchar sus globos creativos, pero logra sobreponerse y finalmente, estando de pie a un lado de la pantalla, despliega su mejor sonrisa y empieza:

  “Estimados integrantes del directorio… Es una satisfacción para mí dar este… primer paso, para presentarles a Paz Eterna… ¡La mejor propuesta, para la mejor compañía de sepelios integrales de Latinoamérica!”

La pantalla comienza a exhibir imágenes en colores de personas en escenas familiares y paisajes naturales, como si se tratase de una publicidad turística.

“Todos sabemos que dos de los mayores deseos de los seres humanos han sido vivir bien… y mucho tiempo, de ello hablan las biografías de vastas civilizaciones… A esto yo le agregaría otro deseo innato en nosotros: “La aspiración a poder vivir eternamente”. Y me atrevo a decir, que estos anhelos estuvieron y están presentes en la mente de cada individuo apenas se activa su raciocinio. Y así, a través de los siglos se vienen practicando rituales y costumbres para mejorar y prolongar la vida humana…”

En los lentes y rostros de los directivos, se reflejan las imágenes culturales proyectadas evidenciando sus semblantes escépticos.

“Pero hasta el día de hoy –prosigue la muchacha- el hombre no pudo lograr su tan deseada vida eterna, entonces buscó la manera de trascender a través de su propia muerte; preservándose, momificándose, etc. Y así, los seres humanos fueron probando distintas fórmulas, intentando perpetuar su paso por este mundo y en muchos casos lo consiguieron, pues todos conocemos momias que han dejado distintas culturas, cumpliendo así su cometido… Y gracias a ello, tres, cuatro o cinco mil años después, podemos conocer quiénes fueron esas personas… Aunque en definitiva, no tenemos más que eso, restos momificados y algunas escrituras que nos cuentan algo sobre sus vidas.”

  La sagaz mirada de la muchacha intenta decodificar las expresiones de los espectadores, pero sin éxito.

“Hoy día, los tiempos modernos nos aportan tecnología y medios como para que la historia de nuestra existencia pueda sostenerse inalterable al paso del tiempo y eso es posible debido a la cinematografía… Gracias a ella, nosotros mismos podremos perpetuar nuestro tránsito por la vida con imágenes y sonidos propios”

Algunas miradas distraídas, ahora se vuelven hacia ella…

  “Damas y caballeros… Aunque no nos agrade pensar en ello, todos sabemos que la muerte puede sorprendernos en cualquier momento; a veces con aviso previo, a veces no… Y este fin absoluto, probablemente nos dejaría con asuntos inconclusos y mensajes por expresar… El plan Paz Eterna nació para quitarnos estas preocupaciones.”

Algunos entrecejos comienzan a fruncirse… Entonces, amparándose en la media luz presente, con cierto disimulo Ana desabrocha un botón de su blusa, para mostrar algo más sus bien formados senos.

“(Sí sí –se dice así misma, estudiando las expresiones masculinas-. Mírenme con esas caras de babosos… Me queda claro que después de la plata, esto es lo que más les interesa).”

La película concluye dejando en blanco la pantalla y dos asistentes abren las persianas, el resplandor naranja del sol crepuscular, sorprende a algunas miradas concentradas en donde ella se propuso.

“Como bien sabemos –dice entonces-, por un motivo u otro, a lo largo de nuestras vidas a todos nos van quedando cosas por decir y por hacer… Y como “seguimos siendo mortales”, deberíamos ir pensando en ello y en cómo nos gustaría que nos recuerden…”

Ana conoce cómo piensan estos hombres machistas y conservadores, tanto en sus facetas personales como en las comerciales y asume que deberá confrontar con esa natural resistencia a los cambios, pues todos permanecen aferrados a la ancestral costumbre de tratar a los muertos por el clásico sistema de ataúd con velatorio y sepultura o nicho; entonces, conociendo esta lógica comercial basada en lo seguro, más los argumentos que utilizarán para rechazar cualquier tipo de innovación, vino preparada con varias estrategias de oratoria…

“¡Paz Eterna! –prosigue la muchacha, con énfasis-… Además de brindarle a la gente la posibilidad de cubrir los gastos de su sepelio con anticipación… ¡Les ofrece el plus de un sistema ideado para que su recuerdo perdure en el tiempo In Memoriam, a través de documentales filmados a tal fin!… Estos testimonios, quedarán en poder de las empresas prestadoras del servicio, además de las copias que deseen los familiares y amigos de los beneficiarios…”

Frente a expertos en rechazar nuevas ideas, Ana comienza a notar algunos gestos de intriga.

-¡Perdón señorita Giménez! -se escucha en una voz áspera desde el fondo de la mesa-… Debo entender que lo que usted propone es reemplazar el retrato lapidario, por una película ¿cierto?

-No es la idea reemplazar, señor…

-Gúterman…

-Mire señor Gúterman, la idea es brindar una alternativa de servicio integral y que la gente pueda elegir… Conozco el refrán “si lo seguro conocido funciona bien, por qué no continuar así”… Pero el mundo avanza y la competencia también, ¿me explico señor Gúterman?…

El directivo aprieta los labios y asiente, aunque no muy convencido.

“Paz Eterna llegó para sumar, señores –retoma su programa la joven impulsiva-… Paz eterna, le otorga a las personas la facultad de perpetuar sus memorias por una cuota mensual anticipada, a modo de plan de ahorro… Así de simple.”

-Disculpe, señorita Giménez –interrumpe Gúterman-. ¿Entendí bien? ¿Usted dijo cuota anticipada?

-Entendió bien, señor Gúterman… Continúe así de atento y pronto sabrá de qué se trata…

-Claro, claro…

Silencio y quietud en la sala.

“Decía entonces… que de este modo, el plan Paz Eterna ayudará a familiares y amigos a mitigar el dolor de nuestra irremediable partida, ya que les va a permitir afrontar tal realidad, de manera sosegada y a encararla con cierta paz espiritual…”

Recién ahora, la muchacha nota mayor interés en la audiencia.

“Ustedes se estarán preguntando: ¿Cómo será el plan financiero? ¿En qué consiste el beneficio para el difunto? ¿De qué manera lo percibirán sus familiares, sabiendo que en definitiva, el final es el final?…”

La especialista en mercadotecnia, resuelve que es el momento de distribuir las carpetas y lo hace estirando su cuerpo para llegar a cada uno mientras los arenga…

“Estimados directivos… En los siguientes gráficos que muestra el plan de negocios, conocerán en dos pasos y en detalle, el desarrollo de Paz Eterna…”

La muchacha observa la complacencia de los caballeros por poder hurgar en su escote a medida que entrega las carpetas.

  “Allí verán sus distintas etapas.”

Ni bien finaliza el reparto, abre su carpeta para comenzar a disertar técnicamente sobre las ecuaciones y estadísticas exhibidas, en donde se destacan los distintos pasos que le demandaron muchas noches de teclear su máquina de escribir y así se lee:

               PAZ ETERNA

       Primer sistema prepago para servicios fúnebres.

SOBRE EL VELATORIO

Excepto en algunas religiones y civilizaciones con diversas creencias, en nuestro universo social los velatorios tradicionales son tristes, penosos e interminables… El dolor de quienes alguna vez padecimos la pérdida de alguien querido no puede mitigarse y con más razón si esa muerte fue prematura… Nunca estaremos ni nos sentiremos preparados para afrontar semejante drama y más tarde, las horas de vigilia velando el cuerpo expuesto de ese ser querido en el ataúd,se convierten en una tortura psicológica que ineludiblemente dejará una huella dolorosa en nuestras memorias y la de nuestros hijos.

Paz Eterna propone un plan prepago (para titulares o para terceros contratantes mayores de edad) que les permite disponer de los servicios funerarios convencionales de nuestra red de prestadores en toda Latinoamérica, ¡pero con valores agregados y muy novedosos! Pues ofrece a los beneficiarios filmarles un cortometraje sobre sí mismos o temas de sus intereses para luego dejar esas películas en custodia legal en la funeraria prestadora y recién al fallecer ese titular beneficiario (otra persona puede ser la contratante), se activará el protocolo… Este sistema, contempla el servicio propiamente dicho, más la posibilidad de proyectar la película dejada en custodia en una pantalla de la sala velatoria, cuantas veces el contrato así lo estipule. Esta modalidad de dejar un documento filmado, permitiría a sus familiares y amigos compartir esas imágenes póstumas a modo de consuelo ya que el titular, así lo hubiera deseado. No es usual que a las personas se les ocurra por propia iniciativa (a menos que se enteren antes que padecen de un mal terminal), dejar registros filmados con mensajes póstumos, sobre todo las que en toda su vida no pudieron o no se atrevieron a manifestar sus sentimientos… ¡Pero!, con el exclusivo y novedoso plan Paz Eterna, por una cuota mensual más baja que un seguro de vida, ahora… eso se puede hacer.

A pesar del olor a tabaco en el ambiente, prevalece la característica fragancia a Chanel N° 5, que Ana disemina paseándose de una punta a la otra de la mesa… Y en una de esas pasadas, les mecha un comentario…

“Estoy segura que todos conocimos alguna vez a alguien que en toda su vida no pudo o no tuvo el valor de decirle cuánto amaba a tal o cual ser próximo…”

Salvo un par de distraídos concentrados sólo en el andar cadencioso de la joven, los demás –incluso el presidente del directorio a la cabecera- continúan estudiando sus carpetas…

“Por eso los invito a que imaginen cuántos legados, confesiones y testimonios se les podrían confiar a las películas para ser difundidas “post mortem”: Recuerdos, hazañas, logros… Realizaciones, momentos, obras… y hasta confesiones o denuncias… Piénsenlo.”

-Disculpe señorita Giménez –rompe el hielo un directivo mayor-, eso que usted propone ya existe, se llama testamento.

-Lo que ya existe, señor López Pórfido –le responde ella, muy tranquila-, son testario mentis o “testimonios de la voluntad”, documentos en papel sobre herencias y cosas materiales manejados por abogados y apoderados… El recuerdo impreso en celuloide que propone el plan Paz Eterna, apunta más a abordajes afectivos, ¿me explico?, se trata de otra cosa…

-Ajá…

-En ese cortometraje, el beneficiario puede expresar sus sentimientos a quienes desee sin la presión social o mediática de su propia existencia y también puede dejar mensajes póstumos, pues ese material guardado en custodia, se irá a revelar y exhibir “únicamente” cuando el beneficiario ya no se encuentre en este mundo.

-Y una vez que el beneficiario ya no esté, ¿cuál sería la ventaja de dejar testimonios afectivos grabados? –pregunta el directivo, más acostumbrado a manejar estadísticas mortuorias…

-La ventaja, señor López Pórfido, refiere a la tranquilidad del cliente “en vida”, de tener la oportunidad de volcar el peso de lo que estuvo cargando toda su vida… Usted imagínese disfrutando de la vida con la paz interna de saber que cuando ya no esté, su testimonio grabado (con la mejor intención, desde luego) aliviará y en gran forma, los naturales pesares a su familia y a las personas que lo quieren… A veces, unas simples palabras dichas con el corazón pueden influir muy positivamente en los sentimientos de otros seres, también hay que pensar en los que quedan, caballero.

-¡Siempre! pensamos en ellos, señorita… Son los que después afrontan las deudas y los gastos de los servicios que les brindamos… ¡Je!

Desde los ojos amelados de Ana vuelan puñales invisibles, pero se controla para decirle:

  -Entiendo señor López Pórfido, la diferencia consiste en que este plan propone ir amortizando los gastos antes y no después del sepelio… Por eso habla de un sistema “pre-pago”… ¿Se entiende?

-Ah sí sí, eso sí lo entiendo –prosiguió el hombre mayor, algo más interesado, pero sin cambiar de expresión-. ¡Mmm bien!… Estoy de acuerdo en percibir antes los aportes, es una manera de no tener que financiar el servicio… Pero, ¿hace falta rodar una película para dejar pensares?… Yo creo que no es muy distinto que escribirlos en una carta… Y eso es más barato ¿no cree?

Ana se muerde por la frialdad calculadora de este hombre, pero más le molesta que los demás también puedan pensar así.

  -¡Perdón, perdón, perdón! No se trata de una superproducción señor López Pórfido, es un sencillo cortometraje de unos quince minutos con bajo costo; una sola persona puede operar las filmadoras modernas…

  -Mmm… ¿Pero Usted cree realmente que a mucha gente le entusiasmaría la idea de ir dejando un testimonio así para sus familiares y amigos…? Sería como ir pregonando su muerte…

  -Yo no lo llamaría “pregonar mi muerte” señor López Pórfido, bien entendido, debería leerse como “anticiparse a lo irremediable” –retruca ella, alejándose de él.

  -¡Y gracias al cielo que la muerte es irremediable, señorita Giménez! Mire, todos los presentes rogamos que “lo irremediable” nunca deje de ocurrir… De otro modo ni usted, ni nosotros estaríamos aquí.

Murmullos socarrones…

  -No es tan difícil, señor López Pórfido… Lo que plantea Paz Eterna, es capitalizar de manera más eficaz los servicios de pompas fúnebres de la compañía…

  -Disculpen –entra en el debate un directivo de barba blanca y profusa-. Hasta aquí se entiende la intención planteada y no hace falta que la señorita Giménez siga presentando más argumentos a favor de su plan… Pero lo que propone hasta ahora, me suena algo similar a las cartas que dejan los suicidas dirigidas a los jueces y si nuestro negocio va a depender de los eventuales suicidas, estaríamos bien fritos.

A pesar de los palos que le van poniendo en la rueda para impedir su avance, la muchacha no se desalienta y prueba una estrategia.

-Señor Martínez Trusk… Seguramente usted conoce la existencia de personas, que por una causa u otra, no quieren o no pueden desnudar sus verdaderos sentimientos o preferencias durante toda su vida… Y así, de esa manera abandonan este plano existencial; con deseos reprimidos y decisiones postergadas.

El silencio domina la sala y el barbado directivo se plega a él.

-Estas personas –prosigue la joven, yendo hacia él aferrada a su carpeta-, que por timidez o vergüenza han callado cosas en vida, a través de este plan tendrán la posibilidad de darlas a conocer y hasta podrán revelar secretos que nunca se atrevieron a confesar y esto, señor Martínez Trusk, será bien valorado por esas personas estando en vida, pues dejarían “limpias” sus memorias…

-Continúe por favor…

-La filmación de los mensajes póstumos que se dejarán en custodia, no son otra cosa que documentos privados ex profeso, que a miles de beneficiarios les otorgará la paz mental necesaria para continuar disfrutando de la vida con la conciencia descargada, y ello les hará sentir que cuando les toque irse de este mundo, lo harán sin asignaturas pendientes, pues estarían “dejando todo en orden” tal cual lo programaron…

Ahora prevalece el silencio y Ana lo aprovecha para el remate.

-Y todo gracias al plan Paz Eterna, que les ofrece esa posibilidad.

  Murmullos y miradas…

-Entonces, señor Martínez Trusk, no me venga a decir que los mensajes con imágenes en donde pueden verse gestos, tonalidad de semblantes y oírse inflexiones de voz, tienen el mismo valor que escribir unas líneas en un fría hoja de papel como lo hacen los suicidas… ¡Discúlpeme!

El rostro del hombre mayor se descomprime y su mirada cae, esos gestos ella los contabiliza como un primer bolo volteado… Aunque los cuestionamientos no cesan…

-Señorita Giménez, me da la impresión que usted se siente como Alicia en el País de las Maravillas; quiere imponer su lógica a un mundo ilógico… Nosotros no hacemos las reglas, las reglas ya están hechas y simplemente nos adecuamos a ellas… ¿No sé si estoy siendo claro?

Ana asiente, sin abrir la boca.

-Usted sabe –prosigue el hombre mayor-, que también existe la postura opuesta a lo que está planteando y tal como yo, seguramente conoce personas que no se atreverían jamás a contar o blanquear situaciones de su vida y prefieren llevarse esos secretos a la tumba…

-Lo entiendo señor Castellanos, por eso dejo en claro que mi plan Paz Eterna no apunta a los individuos que temen enfrentar represalias, producto de sus malas acciones, porque ellos siempre buscarán la manera de ocultar ese comportamiento aeternum y por ende seguirán terminando en los servicios fúnebres tradicionales… Pero esos no me importan, señor Castellanos, porque esos son los menos… ¡Mi plan “Paz Eterna”, apunta a los más!!!

-¡Mmmn no sé eh! –farfulla el maduro directivo, sin inmutarse.

Teniendo la atención de los demás, la muchacha arremete y se le acerca obligándolo a inclinarse hacia atrás hasta toparse con el respaldo de su sillón.

-Las personas de mente sana y pensamientos limpios –le dice casi en el oído-, podrán confiarles a Paz Eterna hasta solicitudes de perdón post mortem… Porque con este sistema, estas personas podrán volcar sus pesares más profundos, sus palabras censuradas y sus íntimos deseos reprimidos, sin culpas, ya que estos sólo saldrán a la luz una vez que ya no se encuentren entre nosotros y ello, indudablemente les dará paz en la vida y paz eterna en la muerte… ¿No lo cree?

-Puede ser –responde el hombre maduro, quien baja la mirada y queda pensativo, no obstante, otro componente con anteojos de gran aumento y bigotes, toma la posta.

-Veo que se maneja muy bien con el latín, señorita Giménez, pero además parece estar muy segura de cómo piensa y actúa la gente…

-Señor Triosky, le voy a responder con una reflexión basada en el sentido común… Y si me equivoco, le pido por favor señáleme dónde.

-De acuerdo –responde el directivo, para luego aclararse la garganta.

-Bien… Todos tenemos arrepentimientos y asuntos pendientes que en algún momento de nuestras vidas quisiéramos blanquear, ¿me sigue?

-Sí sí –responde Triosky, forzando su vista a no acompañar el ritmo de las caderas de la muchacha mientras va y viene.

-Supongamos que decidamos darlos a conocer por medio de una confesión…

-Sí… ¿Y?

-Esta forma de desahogarnos in extremis, sin dudas traerá aparejada una consecuencia, pero ya no deberemos enfrentarnos a quienes involucramos con esa confesión, para bien o para mal, ¿me explico?

-Más o menos…

-Quiero decir que ahora, con Paz Eterna tenemos la oportunidad de descargarnos de todas estas situaciones contenidas dentro nuestro, sin que nadie nos lo pueda retrucar, reclamar, ni rebatir…

-Y si estamos muertos, más bien.

Risitas…

-Pero antes de morirse, usted pudo programar qué decir, cuánto decir y cómo decirlo… ¿Me explico?; dígame señor Triosky… ¿Cuánto vale su paz espiritual, su conciencia limpia y la tranquilidad afectiva de quienes le importan?

-Deben valer, nunca lo calculé –responde con desdén el hombre, mientras enciende un habano-, pero aclaro que yo no tengo nada guardado para blanquear o declarar ¿eh?

Risitas socarronas…

  -Pierda cuidado señor Triosky… El testario mentis impreso en celuloide no es una declaración impositiva… Y si así lo fuera, al momento de la difusión de su película personal, a usted ya no le importaría…

  -Risas generales.

  -Perdón Ana –arremete luego con notorio interés una de las dos mujeres jerárquicas, con su rostro rebozado de colorete-… ¿Para las filmaciones ya tiene previstos los escenarios, paisajes y demás?

  -De todo eso se hace cargo el beneficiario, señora Débora.

  -Ah claro, porque una filmación requiere vestuaristas, peluqueros, maquilladores… ¿verdad?

-Esos tecnicismos son para grandes producciones señora Débora, nuestro servicio se limita a filmar un cortometraje de hasta treinta minutos, en un radio de hasta cincuenta kilómetros del domicilio del cliente; va un operador y un asistente nada más… En la página ocho, tiene los detalles…

 -¡Ah sí, ji ji!! Sería el colmo que a alguien se le ocurra filmar su mensaje póstumo en una góndola en Venecia, una excursión en las Cataratas del Iguazú o tirándose desde un aeroplano en paracaídas…

  -Ah, en ese caso podríamos montar una industria turística, también –agrega una voz masculina disimulada…

  Risas distendidas.

-¿Tiene un estimado de inversión para este plan, Ana? –le pregunta Débora, esta vez con mayor seriedad, motivando a que las risas se acallen.

  -Sí, señora Débora… En la página cinco lo encontrará estipulado en el plan de negocios…

  -¡Ajá! Me interesa, este plan… Lo veo muy novedoso.

-Por supuesto, señora Débora… Y más prometedor, porque la ecuación costo-beneficio es muy atrayente… Bastará con una prueba piloto de baja inversión para medir su resultado y en pocos meses “todos” podrán comprobarlo…

  La joven exponente siente que esta vez las fuerzas del universo están a su favor, lo nota por las expresiones positivas de algunos…

-Señorita Giménez –interviene por primera vez Ignacio Montalván, el presidente de la compañía, de impecable traje con chaleco-… Su proyecto se perfila interesante y me gustaría estudiarlo con detenimiento. Debemos analizar esta primera fase, que a los señores Gúterman, López Pórfido, Martínez Trusk, Castellanos y Triosky le preocupan tanto, aunque a mi parecer no veo tan descabellado dejar un documento filmado para la posteridad, ya que en todo caso ahí uno podría manifestar lo que quisiera ¿cierto?… En última instancia; ¿Quién va a someter a un finado a una prueba de polígrafo?

Risas distendidas y aplausos complacientes…

-Vea, señorita… Ana -le añade el presidente, luego de espiar su nombre en la carátula de la carpeta-… Le propongo un receso de unos días y la estaríamos convocando a otra reunión para interiorizarnos en profundidad del plan… ¿Qué le parece?

  -Ehhh… ¡Sí sí, claro!, como usted diga señor Montalván. Le aclaro que si es por mí, no tengo inconveniente en continuar con el siguiente paso, que es el más atractivo.

  -Descuento que así sea… Ana. Y le confieso que su plan Paz Eterna se ve bien, pero es tarde y mi nieto Oscarcito aguarda su regalo de cumpleaños y no deseo hacerlo esperar. Así que levanto la reunión… Ya va a saber de nosotros.

  -De acuerdo, señor presidente. A Usted y a todos los directores les agradezco el tiempo dispensando. ¡Ah! Y… no se preocupen por la competencia o espías que intenten plagiarlo, pues Paz Eterna ya cuenta con derechos reservados bajo el legajo N° 23765/9. Registro que por supuesto, a solicitud de la compañía, estaría dispuesta a compartir… ¡Nuevamente, muchas gracias a todos!

-Excelente Ana… Puede retirarse. ¡Gracias!

La disertante toma su carpeta y tras saludar con la cabeza, abandona la sala. Pasa por su oficina y toma su abrigo corto para dirigirse al ascensor. Una vez en el Pontiac último modelo de su novio Carlos, enciende un cigarrillo y le pide arrancar, él la mira de reojo y se da cuenta que su humor no está en el mejor momento, entonces le pregunta cómo le fue… Después de la primera bocanada, ella le dice que quedó satisfecha por la recepción, pero disconforme con el tiempo que le habían concedido y también le comenta que el presidente le dio más importancia al cumpleaños de su nieto, que a su proyecto…

  -Aunque me prometió convocarme para analizar el paso pendiente –le agrega, notoriamente contrariada.

Es evidente que la bella mujer de semblante pálido y ojos color miel se encuentra alterada y eso hace que sus pómulos muestren un rubor que la hacen más atractiva…

  -¡Ah, pero muy bueno! –le dice él, con afán de estimularla- ¡Eso significa que te han dejado las puertas abiertas!

Ana pita su cigarrillo y mira la calle sin responder, como si estuviese disgustada con su novio, pero él la conoce y recurre al conocido refrán respecto a la música y enciende la radio de amplitud modulada.

Accionando la botonera, Carlos busca algún tema adecuado, hasta que encuentra una balada conocida…

-Este es el tema de la película “A la hora señalada”, ese western que vimos con Gary Cooper ¿te acuerdas?… Ganó un Oscar a la mejor banda sonora…

-Ajá.

Él hace silencio y la deja relajarse con la música…

“Do not forsake me, oh my darlin’

On this, our weddin’ day

Do not forsake me, oh my darlin’

Wait, wait along…”

El pleno invierno en la ciudad se hace sentir y más cuando el sol ya se ocultó entre los empinados edificios… La caja automática del auto le brinda un andar sereno, más una segura conducción hace que este se deslice por la gran avenida, rumbo al norte.

  -¿Tienes frío?… Subo la calefacción…

  -Así está bien –le responde ella, estrujando el pucho en el cenicero para luego bajar algo la ventanilla…

  -Okay.

Con la arremetida de aire fresco, la muchacha le dedica una mirada tierna, mientras ejercita sus labios despintados…

  -Sólo apágame la radio.

 -Sí sí, claro –accede él con voz varonil-… En el termo hay café caliente, sírvete un poco, te va a hacer bien.

  -¿Tiene azúcar? –le pregunta ella, un poco más animada.

  -No, en la guantera hay.

Ana abre ese habitáculo y accede a una lata azul con terrones de azúcar blanco.

 -Dicen que el azúcar moreno es más sano…

  -Será –le responde él, sin contradecirla.

Ella abre la tapa-vaso del termo de aluminio y se sirve el café humeante.

-Discúlpame amor –le dice con suavidad, luego del primer sorbo-… Me pone mal renegar con estos imbéciles llenos de dinero… Les cuesta abrir sus mentes a las nuevas ideas.

-Deberás tener paciencia, de a poco las nuevas generaciones van logrando avances importantes… Fíjate si no, el año pasado, en Argentina se legalizó el voto femenino y hoy en día las mujeres están propiciando movidas liberales que tienden a expandirse…

El Pontiac negro con vivos blancos, se mueve hacia la casa de la muchacha creativa, en las afueras de la ciudad.

-¿Te sirvo un poco? –le ofrece ella.

-No no, gracias, tomé mucho mientras esperaba.

Ella guarda el termo y comienza a hurgar en su cartera…

 -¡Mmm! –suspira él y dice- ¿Qué te parece luego ir a cenar?

-¡Buena idea! –admite ella, mientras se repasa rouge frente al espejito de cortesía-, pero antes debo darme una ducha y arreglarme, mañana no preciso ir a la oficina así que tendremos toda la noche para nosotros…

-¿Toooda la noooche?… ¡Ja, ja, ja!

-Y sí, a esta altura de nuestro noviazgo, deberías acostumbrarte a estar conmigo… A menos que tengas algún otro compromiso…

  “Toda una vida… Me estaría contigo… No me importa en qué forma, ni dónde ni cómo, pero junto a tí…” –le responde él, entonando un popular bolero.

  -Mmm, eso lo tienes que rubricar en el registro civil y después, recién después, veremos.

 -¡Perdón!… Que yo sepa, quien siempre tiene “compromisos” eres tú…

  “Compromisos, exclusivamente laborales”… Señor.

Después de dejarla descargar tensiones, en tono animoso, Carlos le comenta que está al tanto del esfuerzo que le demandó la creación del proyecto y que tiene mucha confianza en su aprobación.

-Mira, Ana –le dice, sin desatender el volante-, estas cosas son para tener paciencia, ya sé que llevas presentados otros dos proyectos y han sido rechazados, pero esta vez te lo van a aprobar y podrás implementarlo a todos tus franquiciados… ¿Sabes por qué estoy tan seguro?

Ella le responde con una mirada de intriga, él prosigue:

  -Durante la reunión, estuve escuchando noticias y me enteré que ayer nos dejó un actor de Hollywood, John Garfield… ¿Lo conoces?

  -Sí, la última que vi de él fue una policial basada en una historia de Hemingway… ¡Qué pena, era muy joven!

 -Treinta y nueve años… Te lo cuento, porque seguramente este actor nunca se imaginó que la muerte lo iba a sorprender tan pronto… Y ahí se cumpliría lo que vienes pregonando sobre dejar un corto testimonial para los familiares y amigos, que hoy no deben encontrar consuelo…

  -Así es –responde ella, levantado el vidrio por sentir frío…

-Sostengo que simplemente se trata de replantearse la vida frente a lo inevitable, sólo es cuestión de tiempo, tu plan es magnífico y estoy seguro que una vez lanzado, muchos no van a esperar a estar en el umbral de la muerte para adoptarlo…

-Eres un dulce, cariño –le dice la bella muchacha, estirándose para estamparle un beso en la boca-… ¡Por eso te amo!

Sorprendido por la acción, pero sin perder de vista el camino, Carlos recibe la gratificación con gusto y se entusiasma, pues prosigue…

 -¡Y espera, que estos conozcan la otra parte del plan! Verás cómo agarran viaje enseguida…

 -Bueno, bueno… Parece que quieres más besos, ja, ja –festeja ella, mientras le pasa el pulgar por los labios para limpiarle los restos del rouge anterior-, en ese caso puedes estacionarte y ya.

Carlos continúa, ella se excita y comienza a extender su mano por el asiento…

-¡Tu proyecto, está muy bien pensado amor! –añade él.

  -¿Cuál, Paz Eterna o el del casamiento? –le susurra ella, pegada a su cuerpo.

  -Ambos, mi amor… Ambos.

Finalmente Carlos se estaciona a un lado de la carretera y los vidrios de Pontiac comienzan a empañarse…

                                                                                                     Osvaldo Roble