Las leyendas cuentan, que no hay que dormir con los espejos descubiertos, algunas, dicen que los espíritus astrales que salen de nuestro cuerpo durante el sueño, son atraídos al espejo y este los atrapa de tal forma que no pueden salir. Otras, sostienen que la imagen reflectada no es la nuestra, sino, la de un ente de otro plano, insurgiendo como una profunda oscuridad de ese portal, al que le mostramos nuestro rostro a diario, teniendo allí dentro el poder de sucumbirnos ante él.

Quizás, sean todos los espíritus que se tragó.

Estoy segura de que existen energías, imágenes reflectadas, pero dudo firmemente de las probabilidades de la exactitud de ellas, tal vez no sea un portal, ni un puñado de espíritus atrapados, o tal vez si.

Yo te observo con incertidumbre todas las mañanas, mi querido espejo…. Pensando en si hoy será el día en el que lo enfrente.

Ese mismo, que guarda todos mis fantasmas esperando salir, él que mientras duermo, me invita a ese mundo tan espeluznante distorsionando la que es, según Platón, la mal llamada realidad, rogándome que entre en ese plano tan aterrador de los abismos de mi mente.

Quizás, cuando mi cuerpo celeste esté listo, le entregue el poder a la luna y la deje entrar en mi cabeza , o tal vez y ella me lleve a la oscuridad absoluta del espacio en el que me encuentro.

Efectivamente, si no tienen la valentía de aceptar ser invadidos por el desequilibrio del ser humano y su espíritu, cubran los espejos antes de entregarle la mente a la noche y lo que ella guarda, para acechar los escondrijos de su mente, sean cautelosos, se pueden encontrar con ustedes mismos, o aún peor, darse cuenta de que ustedes son el espejo.