Crónica publicada en Revista 23 tres días después del fallecimiento de Kirchner en 2010

A las 18 estábamos partiendo de La Plata hacia Capital Federal en tren. De a poco las columnas subían. En Tolosa, en Berazategui, en Ezpeleta. Las banderas se metían y las caras de tristeza se mezclaban con consternación. 

De pronto los grupos se hacen uno. Funcionan como comunidad en un día inusual, que amaneció censado y concluyó con respeto.

En Constitución se agrandó la movilización y en bloque se encaminó a la línea C de subte rumbo a la Avenida de Mayo.

Me detengo a pensar un momento: estoy en un día histórico. Pese a quién le pese. No pienso en decirle a mis nietos que fui a ese lugar, confío en un futuro iluminado en los ojos de esos jóvenes que me rodean.

De pronto, el impacto emocional. Que alguien me explique la sensación de salir de la boca del subte y encontrarse con las Abuelas y las Madres. Que alguna persona me diga con palabras cómo es entrar con ellas a la plaza. A la plaza de la memoria, a la plaza de todos.

En la multitud, las lágrimas de quienes acompañaban y los aplausos unánimes se unen al respeto. Las cámaras de fotos y los medios de comunicación atestiguan la situación.

Las canciones, con consignas claras: la reelección de cristina en 2011, la necesidad de que se vaya el vicepresidente Cobos y la furia contra el empresario Magnetto. Sin embargo, una sobrepasó y decía que Néstor no se murió, porque vive en el pueblo.

También se cantó el himno argentino. Con dolor aunque con esperanza.

Tras unos minutos pude pasar el vallado que daba acceso al enrejado que mira con respeto a la Casa Rosada. Solo dejé una naipe española que me dio mi novia. En su parte posterior tenía la imagen de un pingüino saludando.

Vi madres, vi padres, hijos, nietos y hermanos. Vi a los soldados del pingüino, vi a los jóvenes que no lo votaron pero entienden la situación, vi a la Doña que se hizo peronista gracias a Néstor, vi por la tele al pibe que puteó a Néstor en 2008 por el conflicto con el campo pero que hoy lo llora, vi a familias, vi profesores, alumnos y pueblos originarios. Vi a los «negros de mierda», a los «putos peronistas», a las diversidades sexuales. Te vi a vos y a una parte del futuro nacional. Sólo una parte, que la historia se encargará de escribir.

Hoy, 27 de octubre, se fue un ex – Presidente argentino, Diputado Nacional y Presidente de la Unasur. El “flaco”, como le diría Feimann bueno. Néstor como le decían los allegados. El carismático, el pasional, el pensante. Hoy más de 20 mil personas acompañaron a la familia y al país en un respeto integral. Mañana será el velatorio, imagino con más personas todavía.

No hay tiempo para pensar un escenario, como lo hizo Rosendo Fraga en La Nación, con una impunidad que deslumbra. Hay que entender que se fue un ser humano que le dijo al pueblo que la política es una herramienta de transformación, y no una mala palabra