Variaciones sobre el cuerpo

Variaciones sobre el cuerpo

La palabra ha dejado de ser beneficiada con el rótulo científico de logos hace ya bastante tiempo. La imagen, el sonido, el tacto y el olor, que formaron parte del estante de sensibilidades disminuídas, retoman a paso lento pero firme su lugar como dimensiones relevante del conocimiento humano.

Dicho esto, se despliega entonces la reaparición del cuerpo como plataforma fundamental e ineludible para la comprensión del derrotero de la vida social y sus subjetividades.

Hemos asistido a una época muy particular: el cuerpo ajeno entendido como potencialmente peligroso y, en consecuencia, vedado; el cuerpo propio como padeciente en la ruptura de lazos físicos y sus repercusiones en la psiquis.

Ante la prohibición del cuerpo ajeno se produjo una acelerada inquietud por el cuerpo mediatizado. Imagen y sonido virtuales, reproductores más o menos fieles, intervinieron como rescatistas durante el encierro.

Surgen, por lo tanto, dos preguntas de estructura similar pero abordaje necesariamente diferenciado: ¿qué podemos decir de la comunicación entre bustos mediatizados por internet? y ¿cómo explicar su imperioso complemento con el sonido de la voz?

Una respuesta sucinta a la segunda: la voz en todas sus formas es, también, el cuerpo.

Aunque no sea necesario, recurriré al siguiente tópico infinitamente recorrido pero nunca saturado. ¿Acaso se puede amar igualmente un rostro mediatizado y una mejilla porosa a centímetros de nuestro rostro, con su olor tan particular, sus tensiones y relajaciones constantes, impredecibles, ante nuestros susurros de oscuridad? No, pero de todas formas buscamos conectarnos con nuestros afectos a pesar de la restricción corporal utilizando todas las prótesis virtuales posibles.

Lo importante es no pensar eso como una experiencia incompleta o falsa. No olvidemos que la voz amada siempre es añorada incluso en la incorporidad del auricular.

Lo importante es saber delinear los pormenores de un régimen distinto y no necesariamente nuevo de relación intercorporal.

Y saber que estremecerse por el índice sencillo y contundente del en línea es, más allá del aluvión alienante de corporaciones y flujos de datos y números, una experiencia eminentemente humana.


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