Mi pera acaba de prender la luz, es una tarea muy simple, consiste en agacharte, flexionar a penas un poco las piernas, apoyar con suavidad el mentón en la perilla, ¡y listo! Por obra de arte tenemos lo que se llama una acción concreta.

Si la gente preguntara:

¿Qué hiciste hoy?

Dirías esto:

—Prendí la luz de mi casa.

No des detalles, no justifiques nada, sabés de la manera en la que lo hiciste, pero eso no le importa a nadie, lo único significativo es haberlo conseguido. Finalmente La gente deja de preguntarte, y ya está. Luego continúas.

Con la pera se pueden hacer muchas cosas, como cortar servilletas, rozar las paredes y sin dudas, la más conocida y requerida: apoyar la pera en la mesa, todo el mundo la conoce. Ahora… Si estamos en invierno no ocupa un rol tan importante, porque la bufanda cubre su belleza, camufla las formas, y de pronto desaparece. Nadie te pregunta:

¿Qué pasó con tu pera? Lo siento mucho…

¡Nadie, absolutamente nadie dice eso!

Igual contesto:

      —Mi pera está perfecta, un poco desgastada por limpiar cerámicos, barrer, cocinar y también golpear puertas.

¿Querés que te ayude? —preguntan

—No, estoy bien, puedo sola —afirmo

Te miran con cara de “pobrecita, dice así pero todos sabemos que necesita ayuda”.

La pera tiene sus espacios didácticos:

Juega al ping pong, en el caso de que nos encontremos con una buena habilidad y movimiento.

¡Pinta! Si es de esas que tiene la hendidura en el medio, que están ligeramente cortadas a la mitad, y expresan una identidad desigual, si tu pera es así, estate contento, que con ella podes divertirte, manejar, y sobrevivir en este mundo tan hostil e infeliz.

¿Cómo manejar con tu pera? Es muy fácil, colocas las llaves. Luego de haber rayado absolutamente todo el auto, aceleras y ya está, nunca dudes, tenés que tener confianza, a las peras temblorosas no las dejan conducir, ni tampoco las contratan.

Para girar a la izquierda, es necesario girar la cabeza, y así.

Ahora si la pregunta fuera: ¿cómo manejar tu propia pera? Estamos en una situación mucho más compleja.

Tener el control de ella, no es fácil. Es sino un recorrido inconstante y demasiado irregular, primero que nada tendrías que conocerla, valorarla, entender qué necesita.

Pera, ¿qué necesitas?

Eso no cuenta, la pera no te respondería nunca.

Se trata de conectarse espiritualmente con ella, hacerla sentir especial.

Nadie se molesta en darle ocupaciones, llenarla de ideas y aspiraciones, la única tarea que le proporcionan es que trate de estar lo más elevada posible, para que de esta forma no se genere la papada.

Estoy completamente en contra de ello. Y no es por la circunstancia en la que me encuentro.

Les voy dar un consejo y recuérdenlo bien: ¡nunca jamás pongan la pera en el fuego!

Yo puse las manos y ya se imaginan como me encuentro.

Diariamente se comenta que en el fuego hay dinero, nos lo dicen desde que nacemos, claro que no me iba a imaginar un fraude así, le creí ciegamente a mi hermana cuando pronunció la siguiente frase:

—Jamás estuve implicada en ningún lavado de dinero.

Y así estoy… Con las manos quemadas. ¿Qué me queda? Prender las luces con la pera y claramente no contestarle a la gente cuando me preguntan por ella.