Te conocí un día

de estado cadaverico

pero vos parecías sereno

o al menos silencioso

tal vez algo reservado

no lo sé, mi memoria

te reconstruye de modo extraño

y bajo los efectos de la melancolía

no creo que sea muy confiable

Decía, que te conocí un día

y la charla fluyó como río

atravesando un bosque de arte

-mi mayor debilidad-

tu perfil, tu cara en general

sospecho que dilató mis pupilas

fue una cuestión química del cerebro

o del alma

no sé la diferencia

Un día de un año

una noche de otro año

solo eso fue suficiente

para que confíe demasiado en mi mente

y rechace la razón

Me pregunto

cuántos poemas tengo que escribir

para salir victoriosa

en el duelo a muerte

contra la imágen idealizada de tu encanto

Estos versos no son un halago a tu persona

son un intento de exorcisarte de mí

tu imágen no ha querido disminuir

solo crece cuan enredadera

entre mis neuronas

y ya le queda grande a mí cráneo

hace presión

puedo jurar que duele

Sos el esplendor que quiero ahogar

la belleza que quiero ignorar

el llanto de una niña caprichosa

a quien no le han comprado su golosina

Este fuego inútil

consume, devora, hace cenizas

mis cuevas, lugar de mil hogares

donde me refugio

pero tu imágen lo destruye todo

a dónde escapar

a dónde encontrar

la brisa vacía de nombres y deseos

que busco y perdí poco a poco

gracias a la interrupción de tu silueta

No puedo tampoco culparte

por mi propia creación mental

ni por mirarte con este fuego inútil

ardiendo en mis ojos

Le pido a tu imágen, réplica de tu existencia,

que se desvanezca

pero es inútil

implorarle piedad o sumisión

a la creación prisionera

y no a su creadora