Comparación del fragmento de la película argentina “El Sartorio” y la pintura de Pablo Picasso “Desnudo con paños”, ambas de 1907, a partir de las categorías e hipótesis propuestas por David Freedberg en “El poder de las imágenes”. 

El Sartorio, 1907, cortometraje (4’32’’), Argentina.

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Pablo Picasso, 1907, “Desnudo con paños”, óleo sobre lienzo, 152 x 101 cm. Museo del Hermitage, San Petersburgo.

Freedberg propone, desde una mirada histórica, lo erótico y lo pornográfico como conceptos, en tanto construcciones de determinadas sociedades situadas en el tiempo y espacio, aunque también móviles, ya que van cambiando a lo largo del tiempo junto a esas mismas sociedades. El autor hace referencia a la “eficacia de la imagen”, ya que estas pueden generar deseo de posesión del cuerpo figurativo representado. De este modo, se genera una “confusión” entre aquello que está representado y el representante. Frente a esta vitalidad de las imágenes hay dos respuestas posibles: en primer lugar, la represiva. Esta se genera con la intelectualización, ya que enfatiza en el discurso racional para emplear, como ocurre en el discurso del arte, un análisis de esa imagen. Aquí se ubicaría lo erótico. En segundo lugar, está la respuesta vinculada a la censura o prohibición al no “encuadrar” con las categorías artísticas, donde se encuentra lo pornográfico. Ambas respuestas tienen que ver con la vinculación de los sujetos con esas imágenes.

Ahora bien, “El Sartorio” concuerda con la conceptualización de lo pornográfico y la pintura “Desnudo con paños” está más bien vinculada con lo erótico. Tanto la película como la obra de Picasso corresponden al mismo año, pero sus ámbitos de circulación no eran los mismos. Es decir, el pintor era conocido y con cierta “legitimidad artística” al estar vinculado al campo de la pintura. En cambio, la película, pertenecía al ámbito cinematográfico y, en este sentido, es importante destacar que era un tipo de arte asociado a las grandes masas, al consumo popular.

“El Sartorio” tiene sus particularidades entre las cuales es importante destacar las que menciona la autora Cuarterolo:

(…)El satario es un film inusual por varias razones y la primera de ellas es su inusitada representación de la violencia. Como sostiene Joseph Slade, mientras que en el cine comercial de contenido erótico hay una frecuente vinculación entre sexo y violencia, en el cine pornográfico temprano esto es sumamente extraño y la sexualidad representada es generalmente consentida.19 El rapto y violación de la ninfa, si bien están representados con una irónica gentileza, introducen una temática infrecuente en el género que, sin embargo, conecta al film con toda una tradición pictórica y literaria tanto extranjera como loca. (…)En segundo lugar, y en estrecha relación con este punto, El satario difiere de otros films de este género en su temática que, en este caso, es indudablemente más cercana a la alta cultura que al material folclórico, las novelas baratas o los divertimentos de clase baja que solían servir de base a este cine. (p. 104).

Aquí, podemos ver, en primer lugar, la violencia como algo inusual e incluido en este film pornográfico y, en segundo lugar, la inserción de un material folclórico no visitado en este tipo de cine vinculado más bien a “las clases bajas”. En este punto, es importante retomar lo mencionado con respecto a la circulación de este tipo de películas, debido a que la autora recopila algunos testimonios que dan cuenta de cómo eran estos cinematógrafos ubicados en los bajos fondos porteños y otros sectores también relacionados con la prostitución:

Los hombres en busca de diversiones nocturnas convergían en una casa de ladrillo rojo de apariencia ordinaria en la Calle Florida36 donde una anciana sentada en una caja cobraba entrada a los visitantes. Luego de pasar por un vestíbulo oscuro, se llegaba a una sala con capacidad para unas 400 personas, con gradas ascendentes en las que se ubicaban sillas de madera plegables. (…) Junto con Paris, Buenos Aires era su principal lugar de producción y no existía otro negocio asociado a la pornografía que superara el éxito comercial de esta industria fílmica clandestina (p. 112).

El sintagma industria fílmica clandestina nos remite de nuevo a Freedberg en el sentido de que lo pornográfico es lo “prohibido” y, en este caso, claramente algo es clandestino porque hay una censura que no permite las condiciones para que sea de libre circulación. Sin embargo, esto no quita que haya convocado a grandes masas, lo cual se evidencia en las descripciones de la cantidad de cinematógrafos de este tipo que existían. Por esta razón, podemos referirnos a este tipo de cine como popular. Esto ocurría debido al gusto del público, un fenómeno interesante ocurrido con todos los cambios vertiginosos que se desarrollaron en el siglo XX.

Con respecto a propiamente el “Desnudo con paños” de Picasso podemos destacar, en primera instancia, para ingresar a la obra su pertenencia a la vanguardia denominada cubismo. Enmarcada en un tipo de arte moderno, esta vanguardia se caracterizó por pertenecer al arte en tanto construcción racional, debido a que proponía su realización a partir de concepciones racionales: una estética basada en la abstracción y la objetividad. En el caso del cubismo hay una composición a partir de formas geométricas, lo cual puede verse claramente en el “Desnudo con paños”: el cuerpo femenino se aleja del naturalismo, abstrayendo la figura humana a figuras geométricas (primitivismo) y, a su vez, no hay profundidad, sino que se plantean solamente dos dimensiones. En este caso, ya desde el nombre de la obra, podemos observar que es sugerente en el sintagma “con paños”. Es posible ver la desnudez, pero no está expuesta de manera explícita, como sí ocurre con “El Sartorio”. Aunque, hay un detalle interesante de observar que tiene que ver con el brazo izquierdo de la mujer representada, ya que pareciese tomar una forma fálica. Por otro lado, los paños son difíciles de delimitar debido a esa interpenetración entre la figura y el fondo.

Resulta de vital importancia mencionar el contexto en que se inserta el cubismo para comprender con mayor claridad lo que ocurría en el campo artístico. En este sentido, Mayrata hace referencia a algo que se vincula con el rol de los artistas en esta época: “(…) el artista moderno pone en tela de juicio estas convenciones de la realidad y del lenguaje, la capacidad de percepción de los sentidos, la función del arte y de la comunicación entre los hombres” (p. 116). Picasso, justamente con su arte no figurativo, pone en tela de juicio las convenciones de la realidad en el modo de representar a través del arte un desnudo. De esta forma, podemos hablar de cierta “libertad” en las artes visuales ya que “(…) fue fuente de inspiración y de emancipación, sobre todo para quienes creían que un siglo sin precedentes necesitaba ser expresado de modos también sin precedentes” (Hobsbawm, pp. 29-31).

Antes continuar, es preciso hacer énfasis, nuevamente, en las diferencias sustanciales entre ambas obras, es decir, por un lado, tenemos una película y, por otro lado, una pintura. Estas diferencias en el contexto histórico en que se ubican son fundamentales, ya que guardan una íntima relación con el desarrollo de la cultura de masas y las artes de ese momento, a lo cual, Hobsbawm nos propone una mirada interesante:

“(…) es imposible negar que la verdadera revolución del arte en el siglo XX no las llevaron a cabo las vanguardias del modernismo, sino que se dio fuera del ámbito de lo que se reconoce como ‘arte’. Esta revolución fue obra combinada de la lógica de la tecnología del mercado de masas, lo que equivale decir la democratización del consumo estético. Y en primer lugar, sin duda, fue obra del cine, hijo de la fotografía y el arte capital del siglo XX” (p. 34)

De este modo, resulta fundamental destacar la importancia del cine, acompañado de los avances tecnológicos, debido a que, como indica el teórico, permitieron la democratización del consumo estético. Es decir, se dieron las condiciones para que un público cada vez más amplio, más masivo, pudiese acceder a una obra artística.

 Finalmente, no podemos dejar de hacer referencia a que en ambas obras la figura de la mujer es la que encarna lo erótico y lo pornográfico, lo cual tiene íntima relación con el desarrollo de Freebarg en el que justamente se puede observar una primacía de lo femenino en este tipo de producciones visuales. Es la desnudez, o la sugerencia de esa desnudez de la mujer, la que está posicionada en ese lugar de deseo del cuerpo representado. Esto no es algo exclusivo de la pintura de Picasso ni de “El Sartorio”, sino que lo podemos ver presente a lo largo de la historia del arte. Incluso, los sitios en que circulaban los films pornográficos estaban asociados, de manera popular, a la prostitución y el divertimento de los hombres. Esto nos da la posibilidad de reflexionar de manera crítica sobre el cuerpo femenino en tanto consumo, aún en nuestra sociedad actual, y cómo todo ello muchas veces da lugar a su cosificación. Aunque, claramente ello convive, paralelamente, con la expresión libre de su sexualidad. Quizás quede pendiente la pregunta entre los límites y diferencias entre la cosificación, usualmente asociada a una hipersexualización, y la libre expresión de la sexualidad. Lo cual, nos remite nuevamente a Freedbarg, ya que él caracteriza lo erótico y lo pornográfico como conceptualizaciones móviles y, tal vez, en nuestra actualidad con los planteos que realiza el feminismo estemos experimentando la movilidad, por medio de los cuestionamientos y miradas críticas de esas concepciones.

Bibliografía

Cuarterolo, Andrea (2015). «Fantasías de nitrato. El cine pornográfico y erótico en la Argentina de principios del siglo XX».

Freedberg, David (1992). «El poder de las imágenes», pp. 359-387.

Hobsbawn, Eric (1999). «A la zaga, decadencia y fracaso de las vanguardias del siglo XX», pp. 7-47.