El McGuffin es el Santo Grial de Indiana Jones o lo que hay adentro del maletín en Pulp Fiction. Estamos toda la película siguiendo esos elementos y queremos alcanzarlos, saber por qué los personajes ansían llegar a ellos. En verdad son una excusa para que la película avance. Son elementos intercambiables y caprichosos: el Santo Grial de Indiana Jones podría ser un disco de la Mona Jimenez y si Indiana elige y escucha el disco correcto seguro logra la vida eterna. Nada cambió y la película se entendió y se disfrutó igual. En el maletín de Pulp Fiction podrían haber caramelos sugus o material radioactivo, nunca sabemos qué hay adentro y da lo mismo . El McGuffin atrapa nuestro deseo del saber sobre la vida del otro (evento más conocido en el barrio como chusmerío). Concentra toda nuestra atención y nos pasamos la vida sin llegar a saber por ejemplo dónde vive el chavo del 8 (y por lo tanto no sabemos tampoco si tiene subsidiado los impuestos, con quien vive ya que tiene solo 8 años y cómo hace para bancar el alquiler). Miramos todos los capítulos para saber si dan algún dato y aunque a veces está a punto de decirlo, no dice nada. Pero si hay Mc Guffin debe haber una trama que sostenga. No sirve dejar liberado un elemento suelto como provocador de acciones continuas si no hay personajes que tomen decisiones (siempre complejas y contradictorias como las de cualquier ser humano). El buen arte está en lo que no se dice, pero se insinúa y se revela a través del silencio. Hay un corte entre Mc Guffin y trama pero a la vez ambos se necesitan.

Lo mismo sucede en política: Patricia Bulrich a caballo vestida de paisana en una marcha del campo o Cristina hablando de Elegant ( léase Elegante, músico) y el programa conectar igualdad, son el mismo McGuffin, con un gran inconveniente: en la política actual debe mostrarse demasiado, y no hay lugar para el silencio, por lo tanto el Mc Guffin, que también como en el arte se usa para hacer avanzar la trama, evita en este caso el misterio, la intriga. No lo podemos asociar a ninguna trama, entonces lo que se muestra se ofrece como verdad definitiva. Pobre tarea la del espectador, acostumbrarse a este tipo de Mc Guffins, que aun actuando como símbolos de aquello que deben o desean representar, cambian lo aleatorio por lo importante, dejando solo a flote lo aleatorio. ¿ Qué hace Patricia Bulrich en una marcha del campo a caballo? ¿a quién le habla? ¿qué hace Cristina en una entrega de computadores nombrando a un músico del cual no sabe pronunciar su nombre?. Acaparan voluntades: Cristina complace al progre y al liberal: con una netbook del gobierno Elegante hizo una canción y ahora tiene millones de seguidores. Bulrich la sigue: una candidata a caballo complace al paisano pobre y nostálgico , y no molesta a los verdaderos dueños del campo. Nada mejor que un caballo para mostrarnos inocentes: el caballo es el elemento más noble de la naturaleza después de la bicicleta. Aun cuando en el campo actual el caballo sea la Amarok o la Hilux, es un Mc Guffin que nos atrapa como moscas patrióticas que somos:nos nace un orgullo sojero en medio del pecho casi igual al de un mundial . El chico de la villa que graba su tema y se hace millonario es un gran Mc Guffin lanzado al aire para ser atrapado no solo por los pseudoliberales que confunden el tener con el ser, sino también por los otros que confunden la magia con el desarrollo (niños y niñas sean como el muchacho : aquí les dejo la computadora).

Los Mc Guffins políticos son cada vez más parecidos ( hay gente que todavía sigue hablando de derecha e izquierda). Los Mc Guffins en política hablan demasiado y no permiten pensar la trama. Muestran lo que debiera permanecer oculto para que aparezca lo importante.

Las personas deberían ver más películas y menos canales de noticias.