Una yanqui medio jipi va a hacer el paseo del Inca y conoce a un peruano que la cautiva, con quien establece una relación única. La idea inicial del peruano era irse a vivir a Escandinavia y tener diez hijos para criarlos en una especie de isla social. En vez de eso tienen siete hijos y quedan estancados en un estadío intermedio: un departamento de contención en el Low East de Nueva York, como si fueran los de Lugano, donde crecen casi sin ningún contacto con el mundo exterior. El peruano alternativamente sale a buscar comida. Mientras tanto, la mujer y los hijos pasan las horas: mirando por la ventana a lo lejos la punta luminosa del Empire State y viendo películas que después recrean línea por línea usando trajes hechos de manera artesanal con restos de cosas. Hasta que el hijo del medio decide ponerse una máscara y salir al afuera. Eso progresivamente mueve una fuerza que había en el departamento y, contra el dogma del peruano, los lleva a todos hacia una vida más parecida a la normalidad. El documental se llama “The Wolfpack” (“La manada de lobos”) y amerita verlo una segunda vez sacando los subtítulos porque hay una dimensión gestual que es bastante tremenda.