Estaba desvariando 

cruzando demasiadas veces 

por la misma esquina 

diciendo las mismas palabras

dándole el mismo significado 

el mismo olor.

Cuando ya no podía 

ni la esquina ni su boca 

pronunciando palabras,

cuando se encontró desnuda 

de palabras 

no supo cómo nombrar.

Tal vez esté

en este poema mudo 

y malparido.

Esto es la miseria.

Ansiar las respuestas 

no tomarse el trabajo de pensar.

Es nuestra

y de todos

la culpa.

La culpa 

solo

pesa.

Las preguntas 

no ocupan 

lugar.

Las respuestas

son nudos ciegos 

que comienzan a ver.

Buscar en tu pelo 

desenredar la maraña

de mentiras.

Y volvió a morir,

una vez más,

en el prólogo del cansancio.

Y así la misma esquina,

otra vez 

las mismas palabras 

y las mismas sombras 

que no puede nombrar.

Ilustración ・Manuel Acevedo