Entre 5 y 10 mil dólares cuesta una muñeca sexual, según sea más o menos verosímil. Aquí en el departamento de medicina de la Universidad del Sur está la Linda, una muñeca alemana que usan los estudiantes para practicar que vale 75 mil dólares. Puede suponerse que la Linda, objeto siliconado de la didáctica médica, es más interesante para el sexo que sus primas de largas pestañas dado su precio y algunas de sus cualidades: pueden metérsele cosas hasta la garganta, puede simular cambios de temperatura, dolores, un parto.

El espacio en el que los estudiantes usan a la Linda se llama «sala húmeda». Supongo que el nombre se debe a que el lugar, como es para prácticas, no conserva el bajo grado de humedad necesario en los hospitales y en particular en los ambientes quirúrgicos. También se llama «sala húmeda» al espacio casi profano pero muy importante en el que los masones se relajan, olvidan un poquito las jerarquías y participan de sus ágapes.

Pero ya es hora de contar lo que ustedes esperan: hubo uno que tuvo sexo con la Linda. Fue cuando no había nadie, se la puso, la llenó de leche. No solo eso: también se filmó con su teléfono. Y también subió el video a una página porno. Como no es el único que mira porno, los estudiantes y los docentes lo descubrieron y -claro- les dio un poco de asquito.

Lo descubrieron. La muñeca es bastante reconocible, hay muy pocas. Hay pocas facultades de medicina que invierten 75 mil dólares de un saque para bien de sus pocos estudiantes. Y son reconocibles en el video las ropas que se sacó el tipo antes del sexo, y sus zapatillas, y sus tatuajes. Sobre todo ése medio redondo del brazo.

¿Qué había que hacer? ¿Llamar a la cana, a un fiscal, a quién? Imaginen los grititos de los estudiantes y los docentes y los administrativos cuando imaginaron que habían estado manipulando a una muñeca impura. Después del asco, los estudiantes de medicina se relajaron y llenaron sus teléfonos con memes muy graciosos sobre la Linda y su amante.

En el medio del bardo algunos médicos recordaron al enfermero que no hace mucho en un hospital violaba pacientes en coma, y una noticia de alguien que en el sur desenterró un cadáver para cojérselo. Yo recordé a un necrófilo que conocí hace como veinte años; como corresponde trabajaba en una morgue. Pobre, no hacía mal a nadie y había conseguido el mejor trabajo posible para él.

Pero la Linda no murió ni fue herida ni desenterrada ni violada. Puede que unos jueces dijeran que se trata de un asunto opinable, aunque no parece que haya aquí algún delito. Podría haber un sumario administrativo, algo así como «uso indebido de material perteneciente a una institución pública». El tipo, sin embargo, la dejó limpita y en buen estado para sus usos habituales.

Los de Medicina hicieron las cosas bastante bien, la corporación funciona (como los masones) ya desde su origen académico. Lo mantuvieron casi en secreto, en el diario no salió ni una insinuación. No mandaron al frente al tipo, sólo lo sacaron de ahí con la recomendación de que no trabaje con mujeres convalecientes ni con niños ni en morgues. No dijeron nada de jugueterías.