Atrapaba del aire,
un susurro.
Suave y nítido.
Posandolo sobre mi,
Su calidez andariega
de ramitas talladas,
con tallos largos
de muchos soles.
Desvanecí,
mi flacidez conciencia,
en su abrazo.
En ese fuego
íntimo de arrullo.
dijo respira…
respira.